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Mariano Moro
Lunes, 10 de junio de 2019
Partidos, qué Partidos?
Los mecanismos de negación del lenguaje humano son paradojales, como en aquella tapa de disco que tenía una persona en medio de un basurero sentado en una reposera con una sombrilla de sol y un trago largo en la mano preguntándose sobre la crisis. A veces las instituciones se agotan, cumplieron su función y quedaron fuera de tiempo pero como son funcionales a otros fines, continúan caminando como muertos vivos. El tema es darnos cuenta de lo que pasa.



Los partidos políticos están reconocidos en la Constitución Nacional, cuyo art. 38 dice: Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático.... garantiza su organización y funcionamiento democráticos, la representación de las minorías, ... la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas.
Y el 89 de la Constitución del Chaco dice:“ La Provincia reconoce y asegura la existencia de los partidos políticos, como orientadores de la opinión pública encaminados a Intervenir legalmente en la formación de los poderes del Estado.”.
Entre tantas definiciones de Partido Político una dice: “un grupo de individuos que participan en elecciones competitivas con el fin de hacer acceder a sus candidatos a los cargos públicos representativos, también contribuyen a organizar y orientar la labor legislativa, articulan y agregan nuevos intereses y preferencias en la ciudadanía.”.
Surge que ello que los partidos son entidades más o menos formalizadas que trascienden la suma de sus integrantes, tiene una personalidad definida, una historia y una cultura que lo caracteriza y fundamentalmente un conjunto de valores que lo definen en oposición a otras posturas ideológicas. En síntesis grupos de pertenencia que confieren identidad a los integrantes pero también establece un débito de reciprocidad nacida del pacto o estatuto fundacional.
Los partidos tienen órganos que posibilitan la toma de decisión a través de las cuales manifiesta su voluntad y su postura respecto de cuestiones que hacen a la cosa pública, decisiones que en mayor o menor medida representa o debiera representar la postura que tienen sus afiliados.
Esta idea de partido pareciera no reflejar lo que ocurre en la actualidad, si bien están organizados como tales, en los hechos pareciera no responder a tales características. Los dirigentes invocan el partido al que pertenecen pero rara vez obran en forma orgánica. Las decisiones son generalmente tomadas en forma unilateral de acuerdo a los intereses del dirigente o de la línea interna del partido en la cual se encuentra. Una vez llegado al cargo de que se trate pareciera no tener más ningún débito para con el partido cuya presencia de esta forma surge claramente debilitada y prácticamente inexistente, porque el dirigente que accede a un cargo por el partido se debe al mismo, y en este sentido cabe aclarar que se debe a todo el partido no solo a su línea interna.
Los partidos tienen autoridades partidarias que los dirigen, pero la opinión pública raramente los menciona como tales. Se conoce el nombre de los diputados que van a la TV pero raramente quien es el presidente de los partidos a nivel nacional y menos en las localidades. Aparecen legisladores o funcionarios en forma aislada de cada partido haciendo declaraciones en las redes sociales o interviniendo en paneles de tv, pero no lo hacen en nombre del partido. Es más dentro de cada partido hay distintas líneas que funcionan con una identidad diferenciada de otros sectores. El vedetismo político a fin de ser popular se mezcló con la farándula al límite de no distinguirlo.
Cada vez es menor e incluso ninguna relación entre los legisladores y funcionarios públicos con los partidos que los cobijaron. No se consultan las decisiones ni las votaciones, no se dan explicaciones ni se debaten ideas en forma orgánica. Pero lo que es más notorio es que no se sabe qué postura tienen institucionalmente los partidos respecto de los distintos temas de la agenda.
La elección de los candidatos para cargos no es el resultado de debates internos en el partido y resultado de la votación de la mayoría y mucho menos aseguran participación a las minorías, puesto que generalmente son el resultado del ejercicio del poder con que cuenta cada línea interna. No solo ello, sino que la conformación de las formulas ya no se integran con los afiliados del mismo partido sino en función de las posibilidades de éxito con el candidato que más mide en las encuestas, como se aprecia en la actualidad con la discusión sobre listas colectoras. Lo último que gravita a la hora de formar las formulas son las instituciones partidarias y los valores sostenidos por el partido, contra la letra de hierro de las encuestas.
Esto evidencia una crisis de representatividad de los partidos que en realidad ya no cumplen con la función para la que fueron pensados originariamente, ya no representan los ideales de los integrantes del partido, no aseguran el derecho a la participación en la cosa pública en forma orgánica sino solamente sirven como un medio para acceder a los cargos. Coherente con la anomia argentina, los partidos son simples consejos que si viene bien son tenidos en cuenta.
Esta crisis demuestra que en realidad la posmodernidad actuó en todos los aspectos sociales y pretender que los partidos sean lo que eran en épocas pretéritas donde cada cosa estaba en su lugar es una quimera. Hoy vivimos en una dinámica que no permite el “orden estable” ni siquiera político, entonces sería bueno que nos demos cuenta de esto y lo reconozcamos, que los partidos ya no son orgánicos, que no representan a todos sus integrantes, que no generan el deber respetar sus posturas, no son un canal de participación dentro de una identidad definida, no tienen poder de cohesión más allá de lo formal para el acceso a los cargos.
Hoy estamos viviendo en carne propia esta situación en un año electoral donde nadie sabe cómo serán las candidaturas ni las alianzas. Cualquiera puede ser este resultado y por otro lado ya nadie se alarma si las formulas son resultado de las más forzadas ingenierías electorales.
Los partidos cumplen una función social, pero al ser mantenidos en sus formatos tradicionales cada día pierden vigencia al ir siendo dejado de lado para las decisiones estratégicas de sus integrantes. Esto evidencia la necesidad de un aggioramiento, es necesario adecuar las regulaciones formales a las actuales formas de discurrir la acción política, establecer regulaciones más dinámicas que permitan organizar el funcionamiento democrático no solo con mayor transparencia y buena fe sino con mayor eficacia.
MARIANO SEBASTIA MORO
Abogado.




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