Se cumplieron 148 años del secuestro de las Cautivas
Durante la guerra contra el Paraguay, cinco mujeres encumbradas de la sociedad correntina fueron tomadas rehenes, y llevadas a Asunción. Trascurrido casi un siglo y medio, su captura sigue presente en la memoria. También el interior tuvo prisioneras. Una de las historias de las luchas desatadas en el contexto de la Guerra de la Triple Alianza, que tuvo a Corrientes como uno de los escenarios principales, es sin duda el secuestro de las damas, llamadas “cautivas”, y que aún persisten en el recuerdo popular. Sucedió en julio, hacen 148 años.
Según relata el historiador Juan Carlos Raffo, corría el año 1865 y en medio del fragor de la guerra contra el Paraguay, las cinco señoras fueron sacadas de sus hogares y llevadas a Asunción como rehenes.
Sucedió un 11 de julio, cuando las damas fueron secuestradas como represalia porque sus maridos eran patriotas correntinos que luchaban por la recuperación del suelo invadido. Efectivamente, la represalia por la recuperación de la ciudad el día 25 de mayo fue durísima y el símbolo del ensañamiento fue el rapto de las cinco cautivas: Encarnación Atienza de Ezcurra - casada con el mayor del Ejército Santiago Osuna-, Victoria Bart de Cevallos, Carmen Ferré de Alsina -hija de Manuel Antonio Ferré- a quien se la llevaron con su pequeña hija en represalia por la acción de sus esposo el coronel Fermín Alsina, quien había evacuado la ciudad de Corrientes.
Otras de las mujeres secuestradas fue Jacoba Plaza de Cabral, llevada también con su pequeño hijo en represalia porque su marido había emigrado, y Toribia de los Santos de Sosa, esposa del bravo coronel Desiderio Sosa, quien se encontraba en el interior organizando tropas. Esta última fue la única que no pudo sobrevivir al cautiverio.
En la madrugada del día 11 simultáneamente comisiones armadas irrumpieron en los domicilios de las cinco señoras y arrebatadas de sus residencias fueron trasladadas violentamente al Cabildo en donde, sometidas a interrogatorio y unidas por idéntico principio de no traicionar a sus esposos, fueron declaradas prisioneras de guerra y serían deportadas al territorio paraguayo y confinadas a la fortaleza de Humaitá, donde se hallaba Francisco Solano López.
Además de las cinco mujeres cautivas, y de las tantas correntinas prisioneras que no regresaron, hubo también dos niños cautivos que hay que mencionar: Manuel Cabral y Carmen Alsina, hijos de Jacoba Plaza de Cabral y Carmen Ferré de Alsina, cuyas madres eran muy amigas. Según se pudo saber, los niños aprendieron a ayudarse mutuamente, a ser generosos, a compartirlo todo. Soportaron el medio insalubre, las carencias alimenticias, el hambre, y secundaban algunas de las tareas cotidianas, cargando agua.
Estas cinco mujeres correntinas no fueron las únicas en ser tomadas prisioneras. Hubo familias enteras que salían en las naves paraguayas con destino a los calabozos de Humaitá. De los pueblos tomados después de esta Capital, Lomas, San Cosme, Itatí, La Cruz, San Luis, San Miguel, Santo Tomé, Empedrado, Caá Catí, Mburucuyá, Saladas, Bella Vista, el ejército invasor eligió un par de vecinos, por lo general señoras y se las llevaban. Casi ninguna regresó. Se sabe que dos damas respetables del pueblo de Bella Vista, Dolores Cáceres y Jacoba Serrano de Gondra, también fueron víctimas de la represalia.
Con la ciudad tomada por los paraguayos y el gobierno de Corrientes apostado en San Roque armando la resistencia, los oficiales y soldados correntinos en los campamentos y fogones de campaña mantenían comunicación con sus parientes y amigos en la Capital. Se intercambiaban esquelas y mensajes por los viejos caminos de postas, con el deseo de llevar alivio a los seres queridos en momentos de conmoción y terror.
Desafortunadamente uno de los chasquis fue interceptado por las tropas paraguayas, apoderándose de varias misivas, pertenecientes a las esposas de los miembros de la resistencia, quienes al ser indagadas se negaron a declarar el lugar donde se hallaban acampados sus maridos.