Todos tenemos problemas. Eso es verdad. Pero, mientras algunas personas se hunden en ellos, otras escogen relativizarlos y solucionarlos. Estas son algunos de los tips que suelo compartir con las mujeres para lograr esto último:
Puedo priorizar mis preocupaciones ¿Qué problemas voy a solucionar primero? Podemos hacer una lista de todos nuestros problemas para después evaluar si esa preocupación por cada uno realmente vale nuestro tiempo y nuestra energía. Con el tiempo, solemos darnos cuenta de que hay cosas por las que no deberíamos habernos preocupado tanto.
Puedo evitar someterme Jamás uno debería someterse a las dificultades y a la adversidad. Y sobre todo, al sufrimiento que todo lo negativo que vivimos provoca. ¿Qué significa esto? Que no les daremos el primer lugar o la mayor importancia en nuestra vida. Solo le daremos el lugar que le corresponde sin sobredimensionarlo.
Puedo desarrollar una mentalidad de solución ¿Sos de pensar en soluciones? Todos poseemos la capacidad de aprender a pensar soluciones. No hay problema que no tenga alguna estrategia que podemos llevar a la práctica para solucionarlo. Pero la solución está, en realidad, dentro de nosotros. Por eso, frente a una dificultad, tenemos que apelar a nuestra inteligencia interior y encontrar la solución allí, no afuera.
Puedo cuestionar cada preocupación Muchas personas creen, cuando sufren emocionalmente, que solo a ellas les sucede eso. “¡Pobrecito/a yo!”, piensan. Cuando reaccionamos así, deberíamos preguntarnos: “¿Es cierto lo que estoy pensando y sintiendo?”. Tal cuestionamiento nos ayuda a detenernos a reflexionar y cuestionar cada preocupación para no terminar agobiados por ella.
Pero las cosas no se transforman de un día para el otro, todo implica un proceso. Necesitamos tomar la decisión de modificar nuestra actitud y, en lugar de perdernos en los problemas y las crisis, aprender a pensar lo mejor. A escoger pensamientos de bien, y no de mal, que le den forma a la vida que soñamos.