Las imágenes surgen de un informe difundido por el centro Nélson Mandela en dónde además hace un fuerte llamado por el estado de la Alcaidía. “Subhumanos en prisión”, denuncia y advierte "posibles conflictos".
El Centro de Estudios de Investigación Social Nelson Mandela que dirige Rolando Nuñez difundió este lunes imágenes de la Alcaída de Resistencia, lugar donde, entre otros reos con condenas por homicidios, violación y otros delitos, permanece alojado Juan Ernesto Cabeza por el crimen de Tatiana Kolodziey, secuestrada, violada y asesinada el pasado 21 de octubre por un delincuente quien ya había cometido con anterioridad otras violaciones pero lo Justicia lo dejó en libertad.
Hoy Juan Ernesto Cabeza pasa sus días en una celda junto a Darío Angel Gomez, en una celda, que según denuncia Nuñez no tiene número en su puerta, sin luz, sin baño cubierto y separado. Mucha humedad, sin aireación, ni ventilación salvo la puerta. Sin camas, cucarachas y otros insectos.
Así el Centro de Estudios plantea que “las constituciones de Argentina y de Chaco establecen claramente que los presos no deben ser sometidos a condiciones indignas de vida. No deben ser maltratados, ni deben ser objeto de mortificaciones. Las cárceles no deben ser para castigos de los presos, sino para servir como un lugar sano y seguro para custodiar a las personas que han perdido su libertad. La ley nacional 24.660, de ejecución de la pena privativa de libertad, establece claramente el régimen que obliga al sistema penitenciario a asegurar y promover el bienestar psicofísico de los internos, que se logra a través de la implementación de medidas de prevención y de rehabilitación integral de la salud, para lo cual se debe organizar e implementar programas ambientales, sanitarios e higiénicos en todos los establecimientos carcelarios, sin ninguna excepción”.
Reglas mínimas
Además, sostiene que “las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos establecen que las celdas destinadas a aislamientos nocturnos no deben ser ocupadas por más de un solo preso y que todas las celdas deben satisfacer las exigencias de higiene. Tomándose en cuenta el clima, se debe tener en cuenta -muy especialmente- todo lo relacionado con las ventilaciones de las celdas y de los pabellones, el volumen de aire, la superficie mínima, el alumbrado y la calefacción, de tal modo que los reclusos vivan decentemente”.
“El Manual de Buena Práctica Penitenciaria, que implementa la aplicación de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, establece que los baños ubicados en las celdas deben estar cubiertos y separados del área habitacional, destacándose que este requisito es particularmente importante en las prisiones donde los reclusos comen en las celdas. Según estas reglas, todos los internos deben tener su propia cama y lo necesario para mantenerla limpia.Según el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, es un derecho humano irrenunciable el acceso a la comida y al agua potable segura y suficiente”, agrega el informe del Centro de Estudios como parte de su informe donde denuncia el mal estado de la celda de Resistencia.
Y agrega: “El Comité Europeo para la Prevención de la Tortura fija que todas las celdas individuales deberían tener no menos de siete metros cuadrados de superficie por cada preso. Las celdas colectivas deben contemplar no menos de cinco a seis metros cuadrados por cada recluso. Este parámetro es aceptado y repetido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que considera que siete metros cuadrados por cada prisionero es una guía aproximada y deseable. Agrega dicha Corte que un espacio de dos metros cuadrados para un interno constituye un nivel de hacinamiento que merece ser cuestionado en todos los casos”.
Celdas ruinosas, sucias y malolientes
Como resultado de las visitas realizadas en el curso de las ultimas semanas, surge claramente que la alcaidía de Resistencia “es un establecimiento ruinoso, que ha llegado a su estado de máximo colapso, en sus instalaciones y en su funcionamiento, a tal punto que la sola permanencia de los presos en tal lugar genera la violación de los derechos humanos de los mismos, tanto por acción como por omisión por parte de los funcionarios públicos responsables de los poderes ejecutivo y judicial; sin embargo, no se ha iniciado ninguna causa judicial con el objeto de determinar las autorías y las responsabilidades de aquellos funcionarios que no cumplen con sus deberes públicos, que gozan de la irritante garantía de impunidad, permanente y constante”, dice Rolando Nuñez.
Y describe: “Los pabellones y las celdas son una inmundicia. Esto se agrava como consecuencia de que el número de la población de internos casi triplica la capacidad de alojamiento de la alcaidía. El nivel de congestión y de hacinamiento en que viven los reclusos es, directamente, inhumano y mortificante. A pesar de las variaciones diarias, el número de personas alojadas nunca es inferior a 360 presos cuando originariamente la construcción contempló a 180 internos, comprendiéndose el espacio que luego se destinó a la Cárcel Nº 1 y que en actualidad está haciendo muy mal refaccionado para alojar transitoriamente a los presos que hasta actualidad permanecen privados de libertad en las comisarías y otras dependencias de la Policía”.
“En la alcaidía –acota- no se cumplen ninguna de estas reglas dado que los baños no tienen puertas y no están separados de los lugares donde los presos comen. Muchos reclusos no tienen camas. El promedio de metros cuadrados por cada preso siquiera al alcanza a comprender el 50% de la superficie que aconsejan los organismos señalados anteriormente”.
Establecimiento insalubre. Foco de infecciones y enfermedades
El informe del Centro de Estudios señala además que “al estado ruinoso y decadente del edificio se agrega el deterioro total de los pabellones. Las celdas existentes en cada uno de tales pabellones son verdaderas ratoneras. Los baños y el sistema de provisión de agua potable prácticamente no funcionan. Repetidamente los desagües y las cloacas dejan de funcionar, muchas veces por varios días, lo que se complica aún más la situación de colapso durante los días de visitas de familiares, las que se concretan en las celdas y en los pabellones”.
Según el Centro Nelson Mandela “el lugar es un gran foco generador de riesgos y daños sociales y sanitarios para toda la población allí alojada. Los riesgos epidemiológicos son indiscutibles. La vulnerabilidad social y sanitaria es absolutamente evidente. A estos factores se suma el fenómeno colectivo de la basura que se acumula en los espacios compartidos, en relación directa con los lugares en donde se come. En las celdas encontramos pan, comidas de días anteriores, deshechos y basuras, en espacios absolutamente reducidos y contaminados, habitados por subhumanos”.
El Hueco, una celda espantosa
“El Hueco” es una celda inunda de 2,65 x 3,00 metros, o sea que tiene una superficie de 7,95 metros cuadrados; “sin embargo, el tres de enero -cuando visitamos el Establecimiento- allí estaban alojados tres presos. Por tal motivo decimos que es espantoso. Porque además existe una sola cama, instalada arriba de una cámara séptica. Los restantes colchones estaban tirados en el piso, sucios, manchados y muy húmedos por la perdida de agua”.
Denuncia también que “el baño no tiene puerta y retiene materia fecal en la superficie. El olor que despide es fétido e invade toda la celda, en la que no se puede respirar aunque la ventilación adecuada es un aspecto importante de las reglas mínimas. La celda en vez de contar con una ventana tiene cuatro huecos cilíndricos pequeños hechos en la pared, fabricados con retazos de caños PVC. Las reglas exigen también que la luz artificial sea suficiente para que el recluso pueda leer y trabajar sin perjuicio de su vista. Este tampoco se cumple. El sistema eléctrico es un desastre. Todas las instalaciones son precarias, realizadas por los presos. Son de alto riesgo. Los presos reclaman comida, agua potable, elementos de limpieza y ropa de cama”.
Nefasta arquitectura carcelaria
“Es nefasta la conclusión a la que llegamos después de la auditoria que realizamos desde el enfoque de la arquitectura carcelaria. El arquitecto que formó parte del grupo de inspección del Centro Mandela constató que la Alcaidía viola todas las normas contempladas por la ley 24.660 y por los organismos internacionales referidos anteriormente. Todos los rubros y conceptos están incumplidos, en algunos casos en grados extremos”, afirma en su informe Rolando Nuñez.
Y vuelve a describir: “Al ingresar al área llamada de “Techo”, que es el patio de los pabellones 1, 2, 3, 4, y 5 se pudo observar la inexistencia de tres elementos básicos. Se tratan de la casilla de la red de incendio y la casilla de gas, que estaban vacías y un teléfono público que no funciona. Se apreció la existencia de pequeñas ventanas con rejas de hormigón y metal de 0.7 x 1,10, a todas luces insuficiente para la iluminación y ventilación de las celdas y pabellones. Encontramos frutas y panes en el piso, junto a las rejas. Por elementales razones de humanidad, higiene y salud, el sistema de distribución de comida debe ser completamente diferente, evitándose la disposición en el piso que está absolutamente contaminado por fluidos cloacales, desechos y basuras”.
Y agrega: “Al ingreso a todas y cada una de las celdas de los cinco pabellones inspeccionados, lo primero que impacta es el hacinamiento de los presos por su gran número y condiciones de alojamiento, que son inhumanos. Permanecen en sus camas o en los colchones tirados en el piso mojado. Lo segundo que conmueve es el olor nauseabundo, la suciedad, la humedad y el calor reinante, además del deterioro de las instalaciones y de las pocas pertenencias de los presos. El olor proveniente del baño es insoportable. Funciona a medias. Cuando se lo utiliza, deben escurrir los fluidos, líquidos y sólidos, utilizando baldes, para lo cual juntan agua en los horarios que funciona el sistema sanitario”.
“En otras celdas –sigue- los baños directamente no funcionan. La instalación eléctrica convencional no existe!! Todo el cableado existente fue realizado con trozos de cables añadidos y aislados con bolsas de plástico y cinta aisladora. La instalación debería ser segura, con tapas a prueba de vandalismo, con tableros de corte por celdas. La red de incendio es incompleta. Ante un siniestro, el personal recurre a un pasillo existente cerca del patio donde están, no siempre, los extintores (matafuegos). Existían tres, lo cual era absolutamente insuficientes para combatir posibles siniestros en cinco pabellones. Para su empleo se tiene que liberar la zona de personas pues el polvo empleado para este fin es altamente nocivo para las vías respiratorias. En la práctica, para combatir eficientemente un incendio se debería contar con rociadores en primera instancia, espacios de traslados de los internos y, luego, el ataque al fuego con extinguidores”.
“El gobierno viola los derechos humanos”
“En definitiva, las celdas están en situación ruinosa, abarrotadas. El hacinamiento y la congestión de presos son totalmente inhumanos. La alimentación y el cuidado sanitario son precarios o inexistentes. La ventilación, iluminación y los sistemas eléctricos y sanitarios son absolutamente deficitarios. La prevención de posibles incendios y epidemias es casi nula. La situación de colapso de la alcaldía es foco y fuente segura de graves conflictos entre la población carcelaria y el personal penitenciario”, advierte Rolando Núñez.
Y afirma: “Advertida la situación, será inexcusable la responsabilidad institucional y política del gobierno, que continúa dilatando el inicio de la construcción del complejo penitenciario 1, priorizando otras obras no tan urgentes, hasta innecesarias y lujosas a pesar de que la sola permanencia de los presos de la alcaidía de Resistencia provoca la violación de los derechos humanos de los mismos y de sus familiares”.