*Por David “Coco” Pagano - ESPECIAL 9° ANIVERSARIO DE ESCHACO
Viernes, 7 de enero de 2022
La ternura como dimensión política
Escribir sobre ternura y políticapareciera plantear ideas antagónicas y opuestas, proponer una reflexión que cuestione esta distancia, salir de ese” lugar horrendo” que nos han asignado yque nos hace mirar la realidad desde un manera fragmentada, frívola y disociada. La cotidianeidad en las que nos vemos inmersos e implicados “nos empuja” a pensar nuevas formas de relación y construcción en este nuevo tiempo que transitamos.
Quizás es una oportunidad para pensar a la ternura no sólo como una reacción amorosa sino una forma antagónica de posicionarse ante los demás y el mundo; desde lo antagónico, como lo opuesto a lo cruel, lo rígido y lo áspero. Como una actitud permeable que se puede moldear, que se deja “afectar”, como antesala de una empatía genuina y transformadora. Esta posibilidad de dejar que la “realidad del otro” afecte la propia genera una posición personal incómoda porque al ejercerla la vida del otro te interpela, te moviliza y compromete.
La política entendida (más allá de lo partidario) como construcción de sociedad; con relaciones de poder, fracturas y vínculos, la consideración del otro, del espacio común y de lo comunitario, donde los derechos para otros pueden ser interpretadoscomo un proceso colectivo de conquista.
La ternura como dimensión política puede ser un proceso inacabado, dinámico y sensible, que ocupa un lugar físico y simbólico, que tiene peso y que su presencia o carencia modifica los resultados en los grupos, comunidades y sociedades, asumir el lugar real que se concreta en la escucha atenta del otro, a sentir en lo profundo de sí mismo y dejar que modifique la práctica cotidiana y constante de alojar y dejarse alojar por otros. Es también una práctica que impulsa a cuestionar como se juegan las relaciones de poder , la pregunta frente al espejo de ¿Quién te pensás que sos? la invitación a “bajarse” inmediatamente de la fantasía de que por el lugar social que ocupás sos mejor o más importante que los demás.
Si todo el tiempo estamos construyendo sociedad estamos todo el tiempo haciendo política. La diferencia entre satisfacer una necesidad y generar un derecho es una forma de interpretar al otro, que nos atraviesa, nos construye y nos ayuda a desnaturalizar e indignarnos. Naturalizar prácticas autoritarias y violentas pensando que son “así nomás son las cosas” o asumir su destructividad, confrontarlas y proponer la modificación.
Que se considere la ternura como romantización de la política es también otra forma de desestimar la sensibilidad, de vaciar la vida, la relativización de los vinvulos y la naturalización de las relaciones con los demás por conveniencia, y que cuando no te sirve se descarta. La práctica política institucional o partidaria que descarta la ternura es mercantilismo que no ve, que no oye y que no siente al otro. No se puede ni explicar ni argumentar el abrazo a las diversidades desestimándola, porque desde ella se abraza la integridad del otro y no solo una pequeña parte. Cuando la ternura es la base de esa construcción hay una forma real de encuentro y de acción, no como una forma cursi sino como un resultado militante y transformador, si solo se lleva a cabo desde la afectividad es solamente “sensibilidad de sillón”, como pasa con la televisión o las redes sociales donde aunquepuede emocionar no impulsa a la acción.
El desafío es la transformación, pasar del decir al hacer, acompañar con una presencia real, viva y sentipensante. Desde este lugar cualquier proyecto personal es comunitario, porque siempre incluye a otros y no solamente si es funcional para uno mismo. Que otra persona esté sufriendo o que se encuentre en riesgo no puede pasar desapercibidosi la ternura es realmente una dimensión política.
Pasar por el corazón es animarse a volver a vivenciar el sufrimiento o la alegría de los demás para hacerlos presentes y reaccionar con acciones transformadoras. La pandemia, entendida como crisis mundial en sentido amplio, nos interpela a promover en lo cotidiano mayores niveles de ternura. El gran desafío político no está en ser elocuentes ni entretenidos, ni escribir grandes planes o programas; el desafío es “construir desde y con la comunidad” lo que emerge desde decisiones que tengan como eje la ternura y como urgencia salir al encuentro del otro. No se trata de “bajar al territorio” sino de “ser territorio y subir al territorio” donde lo más real es lo que acontece con los demás que lo que se pueda pensar desde cualquier escritorio.
*Licenciado en Psicopedagogía. Especialista en Políticas y Programas Socioeducativos Instagram: @cocopaganochaco