Mucho hemos ganado en esta última década. La consolidación del proceso
de unidad latinoamericana, expresado en el MERCOSUR, la UNASUR, la
CELAC, constituyen herramientas de integración, construcción y
defensa de la Patria Grande, dando impulsos significativos en lo que
hace a la agricultura familiar con políticas comunes para avanzar en
su desarrollo.
Los derechos a la jubilación, la obra social y la posibilidad de estar registrados de los pequeños productores, vinieron de la mano del Monotributo Social Agropecuario y el Registro Nacional de la Agricultura Familiar, política que reconoce y da entidad productiva a las 250.000 familias rurales que eran anónimos trabajadores de la producción de alimentos del país.
Se creó el RENATEA (Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios) que registra y fiscaliza el pleno respeto a la nueva Ley del Estatuto del Peón Rural, que igualo derechos laborales y que se propone evitar el trabajo agrario no registrado y de explotación laboral, dolorosas injusticias que inescrupulosos empresarios o inversionistas todavía practican incluso con menores en situación de absoluta desprotección.
La ley de Protección al Dominio Nacional sobre la tenencia, dominio y propiedad de las tierras rurales puso límite a la extranjerización de las tierras rurales, puso un límite a la venta de tierras a extranjeros, empresas o particulares, resguardando de esta forma la soberanía territorial, que no tenia ningún limite para su venta hasta hace tres años. Se creó el Registro Nacional de Tierras Rurales, que tiene como misión la protección al dominio nacional sobre la propiedad, posesión o tenencia de tierras rurales. Cuando Néstor Kirchner llegó al Gobierno, existían 14 millones de hectáreas hipotecadas en el campo. La recuperación sostenida en el sector agropecuario ha permitido que desde que llegaron Néstor y Cristina nunca más se remató ni una hectárea de tierra en la República Argentina.
Se jerarquizaron áreas gubernamentales como el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca y su refuerzo presupuestario, así como el de los organismos descentralizados dependientes de él. Se restituyeron organismos como el Instituto Nacional de Semillas y se reforzó el Programa de Servicios Agrícolas (PROSAP) con nuevos préstamos del BID. Se dio mayor calidad a las instituciones, informatizando y regionalizando el SENASA.
Se mejoraron las condiciones de los trabajadores de los organismos vinculados a la producción. El INTA pasó de tener una planta constituida por 52% de personal contratado a tener la mayoría de su personal en planta, creándose nuevos centros de tecnología y aumentando 10 veces su presupuesto. Se creó y se puso en marcha la Secretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar, donde casi la totalidad del personal mejoraron las condiciones laborales y contractuales , terminando con los contratos chatarra de la década neoliberal y mejorando sustancialmente la estabilidad, la cobertura social y previsional y el ejercicio pleno de sus derechos laborales.
En nuestra provincia se reivindicó la Agricultura Familiar e impulsó su desarrollo y fortalecimiento, con la sanción de la ley de Consorcios de Servicios Rurales que permite que 13.650 productores familiares se encuentren organizados en 86 consorcios de Servicios Rurales y se sancionó recientemente la creación del Instituto de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar.
La corrupción enquistada en el Instituto de Colonización que hizo de la tierra publica un negocio para los amigos en gestiones anteriores, fue puesta en juicio. Se condenó a tres funcionarios rozistas del Instituto de Colonización a 3 años de prisión en suspenso por “estafa al Estado, violación de deberes de funcionario público y negociación incompatible con la función pública".
Mucho queda por seguir avanzando: Garantizar el derecho a la alimentación de toda la población y la seguridad alimentaria tanto en calidad, cantidad, precio y variedad; democratizar el acceso a la tierra para su utilización productiva y en defensa de la soberanía; manejo, conservación y acceso a los recursos naturales nacionales; preservar el medio ambiente para las generaciones futuras y reivindicar la activa participación del Estado para el logro de esos fines.
Necesitamos leyes que pongan freno a los desalojos de las familias campesinas; necesitamos una Ley de Asignación Universal por Arraigo, para quienes quieren permanecer y para quienes quieren volver al campo; una nueva Ley de Tierras que suspenda el actual proceso de privatización de las tierras públicas, manteniendo lo que queda en manos del Estado a fin de destinar a los pequeños y medianos productores, a sus hijos y habitantes urbanos que quieran volver al campo; una Ley de Servicios Ambientales Urbanos y Rurales que graven progresivamente el daño ambiental e incentivos a quienes generan producciones orgánicas, agroecológicas y servicios no contaminantes; una Ley de Promoción del Abastecimiento Local Agroalimentario, delimitando la región periurbana que tendrá la función de abastecimiento local, actuará como zona de resguardo ambiental y de servicios sociales periurbanos; favoreciendo a los que emprenden producciones y servicios agroalimentarios; entre otras leyes necesarias y urgentes.
Profundizar el Proyecto Nacional tanto a nivel provincial como nacional exige leyes específicas, y para ello necesitamos legisladores comprometidos con el proyecto nacional, popular y democrático; para seguir construyendo un gran país para todos, con compromiso militante para sumar, aportar iniciativas, para seguir construyendo un país mejor, un país más justo, un país más soberano, un país más equitativo, un país más igualitario, junto a todos los países hermanos de América Latina.
CORRIENTE AGRARIA NACIONAL Y POPULAR - CHACO EL 27 TODOS Y TODAS CON EL FRENTE PARA LA VICTORIA