Director del Cipol : "Es probable que Capitanich haya pedido la salida de Moreno"
El sociólogo y politólogo Marcos Novaro analizó los cambios en el gabinete de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner como un intento "jugado y audaz" del gobierno con la finalidad de retomar la iniciativa política y evitar la dispersión del poder tras los resultados de las últimas elecciones legislativas. Pero, al mismo tiempo, cree que esas modificaciones pueden dar cierto rédito en lo inmediato y mostró sus dudas sobre el resultado final en el largo plazo.
En una entrevista con LaCapital, el director del Centro de Investigaciones Políticas (Cipol) e investigador del Conicet evaluó que la elección de Jorge Capitanich para el puesto de jefe de Gabinete es una señal contra el gobernador bonaerense Daniel Scioli en la carrera por la sucesión kirchnerista en 2015. También puso al chaqueño por encima de Axel Kicillof en la pirámide de poder dentro de la Casa Rosada y se afirmó en la creencia de que el ex gobernador de Chaco pudo ser el responsable de la salida del gobierno del secretario de Comercio Interior. "Es probable que haya puesto como condición par asumir la salida de (Guillermo) Moreno", dijo Novaro.
—¿Cuál es su evaluación de los cambios en el gabinete?
—Son jugadas bastantes audaces y muestran la vocación por retomar la iniciativa. Hay un objetivo que es bastante evidente, que es redistribuir roles en el gabinete, pero marcando la voluntad de que el poder no se disperse. Eso era lo que estaba sucediendo en dos frentes: en el político y en el económico. En el primero, me parece que la salida de (Juan Manuel) Abal Medina es una señal en contra de Scioli. En el segundo, los cambios pretenden saldar el internismo creciente entre los distintos grupos del equipo económico. En los dos terrenos hay una búsqueda de cohesión. Esto puede dar cierto resultado inicial, pero es difícil que esas apuestas vayan a tener resultados consistente en el mediano y largo plazos.
—¿Cree que Cristina maduró estos cambios durante el reposo o los tenía en mentes desde antes de la operación?
—Me da la sensación de que estos cambios son el efecto del resultado electoral, del posicionamiento de los distintos actores, del crecimiento de la tensión en el gabinete entre los que creían que había que acordar ya con Scioli para evitar la incertidumbre. Esto era promovido por Abal Medina, pero también por otros funcionarios en las últimas semanas. Por el lado económico, la opción Kicillof estaba en la cabeza de Cristina desde hace bastante tiempo. Pero sacar de manera abrupta a (Mercedes) Marcó del Pont del Banco Central tiene que ver con el empeoramiento de las internas en el equipo económico. Ella contribuyó a eso cuando comenzó a hablar de la inflación. Eso terminó de liquidarla.
—¿La idea del gobierno es cambiar el rumbo económico, mantenerlo o profundizarlo?
—Todavía es una incógnita. ¿Sacar a Moreno es para hacer más de lo que venía haciendo y que le resultaba difícil porque estaba desgastado o para cambiar algunas políticas de Moreno? Es difícil saberlo. ¿Las medidas que tiene en la cabeza Kicillof son las que convencieron a Cristina? En principio parece que no, porque Kicillof no ha ratificado esa idea del desdoblamiento cambiario, cosa que supuestamente él venía tratando de convencer a Cristina para reorientar la política económica. Tampoco está claro cómo sería ese hipotético desdoblamiento. Se puede liberar el cepo para darle más espacio a un mercado de divisas que hoy no existe o se puede desdoblar el tipo de cambio anulando del todo el mercado, fijando desde el Estado los distintos precios del dólar: para los turistas, para los importadores, los exportadores, etcétera. Hay que ver cuáles son la medidas en ese sentido.
—¿Piensa que con Kicillof al frente del Ministerio de Economía habrá una mayor intervención estatal?
—No lo sé. También hay otra interpretación, que es que Capitanich como jefe de Kicillof no es lo mismo que Kicillof solo. Ahora vamos a tener un jefe de la gestión económica que no es Kicillof sino Capitanich. Esta es la interpretación más optimista, que es la delegación de autoridad de Cristina y la existencia de un jefe de Gabinete con poder propio. Este punto algún asidero puede tener. Capitanich, como aspirante a la Presidencia, tal vez no se ate a las ideas de Kicillof.
—Resulta improbable que Capitanich haya ido a un lugar de alta exposición sin pedir nada a cambio.
—Puede ser que la salida de Moreno haya estado entre las condiciones que puso Capitanich para aceptar el cargo. Hay que ver si esas condiciones se mantienen en el tiempo y en qué consisten las apuestas de Capitanich, que ha sido muchas cosas en su vida política. Puede ser muy pragmático o mostrarse como un duro de convicciones recientes pero muy estrictas. ¿Va a defender el modelo? ¿Va a encarnar ese kirchnerismo recargado para dar la batalla final de acá al 2015 y se vuelve como un profeta del modelo para relanzarlo? Ahora tiene la oportunidad para responder a esas dudas. Lo que está claro es que quienes disputen la Presidencia de la Nación en 2015 deben tener capacidad para inventar algo. Capitanich difícilmente pueda seducir al electorado sin mostrarse como un personaje más innovador que el mero ejecutor de las órdenes de Cristina. Tiene que hacer un poco lo que hizo (Sergio) Massa, pero desde adentro del kirchnerismo.
—Por la dinámica que impone la presidenta, hay muy pocos antecedentes de que un ministro suyo haya sobresalido con vuelo propio.
—El riesgo para Capitanich es que sus aspiraciones presidenciales se frustren porque su gestión no funcione, o aun en caso de que funcione, eso lo lleve a chocar con sectores del gobierno que se nieguen a acompañarlo. Por eso (el gobernador de Ente Ríos Sergio) Urribarri está tan callado y a la espera de ver qué pasa. Por eso Scioli lo celebra a Capitanich, pero desde una distancia y sin acompañar el resto de las decisiones que se han tomado en el gabinete. Ahí va a haber un juego muy incierto. El problema es que el gobierno cree que sigue ganando tiempo porque mantiene esta incertidumbre entre distintos candidatos. Pero en esta incertidumbre el gobierno también pierde tiempo.
—Da la sensación de que la salida de Moreno es lo que causó mayor perplejidad dentro del kirchnerismo militante. ¿Cuál es su opinión?
—Pocos consideraban que Cristina iba a animarse a prescindir de Moreno, lo que revela que ha apostado a tomar riesgos. Prescindir de Moreno es un riesgo, porque se le pueden achacar muchas cosas, pero nadie puede negar que era muy activo. En un gabinete donde muchos hablaban y no hacían nada, Moreno, en la cotidianeidad, aparecía efectista. Una especie de Bilardo, que aun haciendo las cosas mal conseguía algún resultado, a pesar de que fueran insostenibles en el mediano plazo. Me parece que el riesgo que toma Cristina es muy grande, ya que se gobierna con confianza y con temor. Esto último se lo daba Moreno.
—Salvo que ese temor lo encarne Kicillof.
—Bueno, hay que ver, porque Kicillof es mucho bla bla, pero no hemos visto éxitos en sus aprietes. Amenazó con fundir a Techint, no le dieron bola y no pasó nada.