Es claro que, en parte por los errores del gobierno y en parte por las presiones del poder financiero internacional, la Argentina está en los cuernos de un grave dilema: si el 31 de julio próximo no acepta el fallo de Griesa va a un default de serias consecuencias para la economía, si por el contrario cede y paga, activará la cláusula RUFO y retrocederemos a las peores situaciones respecto de la deuda externa.
Si en definitiva el país, su gobierno, es puesto en esa disyuntiva, es nuestra posición que no se tiene que aceptar el fallo judicial, no se debe pagar. Habrá que transitar en ese caso todos los caminos útiles para atenuar las consecuencias del default. Buscar el cambio de juridicción para los pagos a los bonistas que entraron al canje u otros mecanismos para abonarles; ver de gestionar el apoyo de los principales socios comerciales como China y Brasil, acomodar adecuadamente la economía doméstica a la nueva situación, etc.
Lo que no se debe, es ceder a las presiones que nos llevarían a poner en vigencia la RUFO. Ya que eso volvería por muchos años, a través de miles de juicios sustanciados en los EEUU como el actual, a poner a la deuda externa como una pesada losa sobre el crecimiento económico de la nación. Situación dramática que ya vivimos en los años noventa, cuyas consecuencias aun se hacen sentir.
Mas allá de lo críticos que seamos del gobierno kirchnerista, que lo somos; de sus responsabilidades en que estemos en esta situación y del vergonzoso doble discurso de que hace gala permanentemente, los intereses nacionales de la Argentina existen y hay que defenderlos. Porque es cuidar el presente y el futuro de nuestros ciudadanos.
HUMBERTO TUMINI – JORGE CEBALLOS – VICTORIA DONDA – ISAAC RUDNIK – ROBERTO BAIGORRIA