La presidenta de la nación, cada vez que se dirige con agresividad a la oposición por alguna medida del gobierno, y es criticada por nosotros, reacciona siempre igual: se victimiza diciendo que no la dejan gobernar, que solo le ponemos palos en el camino y que se lo hacemos porque ella es mujer y está sola.
Elisa Carrió, llamativamente hace ahora lo mismo. El lunes pasado se levantó de forma intempestiva, en un gesto de marcada intolerancia de su parte, cuando Pino Solanas decía que no había en UNEN lugar para la “derecha moderna”, refiriéndose a Macri y el PRO.Postura, por lo demás, que sostenemos la amplísima mayoría en la alianza progresista que hemos constituido en abril pasado. Y que, a diferencia de lo que ella sostiene, comparten casi todos nuestros potenciales votantes. En lugar de reconocer que se había equivocado, que no debió haber actuado de esa manera irrespetuosa con un dirigente aliado porque tenga puntos de vista diferentes a los suyos, salió a justificarse y a victimizarse. "¿Por qué me pegan tanto? Recen por mí para que no me lastimen, Pino me pegó como un macho cruel", declaró a la prensa; agregando“a todos les digo basta, porque soy una mujer, y estoy sola”. Evidentemente para ella, como para Cristina Kirchner, no hay mejor defensa que un buen ataque. En lugar de victimizarse debería reconocer que no aportan a una construcción colectiva, como UNEN, el individualismo y las actitudes intolerantes hacia el pensamiento de los demás. Mucho menos descalificar la opinión de la mayoría, si es que decimos defender la democracia.