Hace poco fui parte de la Jornada sobre “El impacto de las adicciones en los niños y adolescentes pantalla dependientes y la necesidad de un nuevo lenguaje” en Casa de Gobierno, organizado por la Subsecretaria de Asuntos Institucionales y la Dra. Ana del Carmen Abraham. Considero quees un fuerte llamado al Estado, a los diferentes organismos y a la familia, a que empecemos a articular estrategias que ayuden a mitigar este flagelo.
Una creciente moda informal se ha venido instalando desde hace años, primero en forma más callada hasta llegar a ser una tendencia abiertamente manifiesta y alarmante: el alcoholismo en los adolescentes que se está constituyendo en un fenómeno de proporciones epidémicas.El alcohol causa estragos y tiene un alcance masivo, ya que lo consumen el 90% de los adolescentes. El consumo indiscriminado de alcohol, también es el trampolín a otros estimulantes más fuertes. Este flagelo ha arruinado las vidas de millones de personas en el mundo y también la de sus familias. Grandes cantidades de jóvenes están arruinados físicamente por el alcohol, sin posibilidad de ejercer tareas aun las más sencillas por esta calamidad, la que por rédito económico o por negligencia o inoperancia nadie controla. De las drogas de uso común, el alcohol es el que arroja las peores estadísticas en cuanto a daños físicos y mentales. Los delitos que se cometen bajo los efectos del alcohol son innumerables. Este estimulante, crea hábito, embota la mente, destruye las células cerebrales, engendra violencia y brutalidad. Existen tres razones por las cuales los jóvenes se inician en el consumo:
1) La Curiosidad, quizás se trata de la razón más frecuente, esto es, el querer saber qué es lo que se siente al consumirlo
2) La presión de los "Pares", para los jóvenes es muy importante sentirse aceptados y para pertenecer a estos grupos o para permanecer en ellos, hay que hacer lo que los demás hacen
3) La necesidad de imitar a otros, muchas personas se inician en el abuso del alcohol o de drogas por imitación, porque han visto que otros lo hacen y, aparentemente, no les ha pasado nada malo, al contrario, parece ser que son exitosos y esto último invita a seguir su ejemplo.
En los adolescentes actuales existe una creencia fuertemente arraigada que el tomar “te hace feliz”, “te libera”. El alcohol es considerado en el imaginario inconsciente colectivo como la puerta de entrada a estados de libertad, alegría y plenitud. Un adolescente no tiende a cuestionarse si esta conducta puede dañarle o no. A esto se le une que está en un momento especial en su vida que necesita experimentar, desafiar y vivenciar cosas, lo cual lo vuelve un blanco muy vulnerable para el consumo excesivo del alcohol.
Muchos padres se muestran incapaces de promover un dialogo con sus hijos donde coloquen y sostengan limites adecuados. Muchos de ellos tienden a incurrir en actitudes polarizadas de autoritarismo o desinterés general. En ambos casos falla la comunicación y puesta adecuada de los límites.Uno de los temas que más nos preocupa es lo que los chicos llaman "la previa", la etapa anterior a la llegada al boliche. Los jóvenes suelen reunirse para hacer el aguante, y esa "previa" se mitiga con la cerveza o la mezcla de bebidas alcohólicasde todo tipo.
Los jóvenes no están preparados ni física ni mentalmente para consumir alcohol, y los padres no debemos permitirlo. Debemos explicarles que no es aconsejable y no pensar que porque estemos presentes, pueden tomar. La idea es que entiendan que hasta los 18 años no es aconsejable y está prohibido que beban alcohol.
Las cifras que se dieron a conoceren la Jornada sobre “El impacto de las adicciones en los niños y adolescentes pantalla dependientes y la necesidad de un nuevo lenguaje” son impresionantes, ya que casi el 45% de los adolescentes que inician la ingesta de alcohol a los 13 años serán alcohólicos y el 7% si empiezan a los 21 años. El 40% de los jóvenes cae en el alcohol por problemas en la familia. El alcohol mata más, que todas las drogas juntas.
Los chicos reciben gran cantidad de información, pero no quiere decir que puedan significarla. Con lo cual, en la medida en que no haya un adulto que los ayude a procesar debemos anticiparnos y conversar con nuestros hijos sobre el consumo de alcohol a edades muy tempranas, y sobre todo, escucharlos.
Debemos reforzar en los niños y jóvenes el valor de pedir apoyo a la familia, ayudarlos a decir ‘NO’, porque una sola toma es suficiente para generar una adicción, auxiliarlos en tareas que requieran planificación, hacerles saber que todas las drogas causan alguna discapacidad y sobre todo que nunca las drogas son la solución a un problema.