Juicio a Raúl Tozzo: Él los mató, él sabe dónde están
Palabras de Gustavo Piérola durante la declaración indagatoria de Norberto Tozzo, imputado por la desaparición de su hermano y otros tres presos políticos en la Masacre de Margarita Belén. La causa pasó a cuarto intermedio hasta el 19 de marzo, cuando comenzará la ronda de alegatos de Querella y Fiscalía.
El quinto día de audiencia de la causa que investiga cuatro casos de desapariciones en la Masacre de Margarita Belén comenzó poco después de las 7:15 del viernes 8 con la declaración de los testigos Ermindo Navarro -desde Misiones por videoconferencia- y de la exdetenida política María Julia Morresi, que lo hizo ante el Tribunal y las partes, a puerta cerrada. Luego fue el turno del imputado Norberto Tozzo, que realizó una ampliación de su declaración indagatoria del 1º de marzo pasado en la que negó su participación en el convoy de traslado del 13 de diciembre y alegó haber sido obligado por el entonces Cnel. Armando Hornos a firmar una declaración en la que asentía su participación en el hecho bajo amenaza de muerte.
Tozzo se presentó como un militar peronista cercano a la tendencia revolucionaria del movimiento y minimizó la importancia de las operaciones de Inteligencia en la represión alegando que la mayoría de las de detenciones de opositores políticos se produjeron por la delación de vecinos alertados por “groseras fallas en su sistema de seguridad”. Además manifestó que decidió someterse al presente juicio por propia voluntad, como si su fuga no hubiese existido, y negó tener información sobre el paradero de los desaparecidos. Incluso se permitió una comparación por demás obscena; dijo entender el “terrible dolor de las familias de estas cuatro víctimas” en base al profundo nerviosismo que le produjo haber perdido durante cuatro horas a su hijo de tres años en un balneario de Mar del Plata.
“NO SEAN CÓMPLICES”
Cuando terminó su declaración Tozzo pidió ser dispensado de contestar preguntas. Fue entonces cuando Gustavo Piérola, hermano del desaparecido Fernando, con el empuje de más de treinta años de búsqueda sobre sus hombros, desató el momento más caliente de un juicio caracterizado por la tranquilidad: “Él los mató, él sabe dónde están” exclamó, de pie, en el centro del sector reservado al público, a lo que sobrevino la enérgica amonestación del presidente del tribunal García Wenk, que lo echó del recinto. Solícito, Piérola abandonó la sala pero retrucó “Ustedes no sean cómplices”, lo cual ofuscó aún más al juez, que advirtió contra los “exabruptos” que atenten al derecho de defensa del imputado con tal énfasis que la sala de audiencia quedó muda, inmóvil, con todos los presentes tal y como “alumnos en capilla”.
Pero enseguida sobrevino la calma, y con la ampliación indagatoria cumplida, el Tribunal y la parte acusadora discutieron en torno a la duración de los alegatos, pautados para el 19 y 20 de marzo.
Los jueces estipularon darle cuarenta minutos a cada alegato; querellantes y fiscales pidieron dos horas y media, por lo que luego de un tire y afloje con cuarto intermedio incluido el Tribunal concedió una hora y media y nada más para cada una de las tres querellas junto con la Fiscalía. La causa entra en etapa de definiciones y existe la posibilidad de contar con una sentencia en los días cercanos al 24 de marzo.
EL “COMPAÑERO” TOZZO (2013)
Durante algo más de una hora Tozzo dio una versión de su pasado, en el que se presenta como un militar de extracción peronista, incluso cercano a la tendencia revolucionaria del movimiento y caído en desgracia en el Ejército por su filiación política: "Viví las injusticias de la dictadura (de Lanusse) igual que esos jóvenes que ahora son víctimas (…) y en acto del doctor Cámpora en Avellaneda marché al costado de las columnas de Montoneros" (desde la Fiscalía señalaron que olvidó aclarar que efectivamente lo hizo, pero en el marco de tareas de espionaje). "Fui dado de baja por montonero pero no lo fui, quería lo mismo que todos esos muchachos pero una vía democrática" sostuvo. Contó que el enfrentamiento de Ezeiza fue “una gran desilusión” y que las tareas de Inteligencia que realizaba “no estaban destinadas a combatir al pueblo, eran un aporte a la causa peronista; además la SIDE la creo Perón”.
En relación con la Masacre negó totalmente su participación, alegando que fue obligado a firmar una declaración en la que manifestaba haber participado en los hechos del 13 de diciembre por el Cnel. Hornos, uno de los jefes del Destacamento de Inteligencia 124: “Me dijo que si no firmaba me mataban”. Al respecto comentó que temió mucho por su vida, y negó ser parte de un pacto de silencio militar “porque al Ejército no le debo nada”.
EL RECLAMO DE 1980
En 1980 Tozzo fue dado de baja del Ejército con la calificación de “inepto para las funciones de su grado”, ante lo cual presentó un reclamo a sus superiores en el que justificaba su petición con un detalle de su accionar en nuestra región que contradice de cabo a rabo su declaración en el presente juicio. En el escrito Tozzo declara haber intervenido en el asesoramiento y ejecución de numerosas “actividades especiales de Inteligencia”,desde operativos clandestinos, interrogatorios y detenciones a opositores políticos, y describe su participación en los siguientes términos: “Durante los años 1976, 1977 y 1978 operé en toda la jurisdicción del Destacamento; en breve síntesis puedo decir que intervine en el asesoramiento, el planeamiento y la ejecución de numerosas actividades especiales de Inteligencia y de algunos otros procedimientos que contribuyeron para que al término de dos años y medio se descabezara en cinco oportunidades la conducción regional de Montoneros, aniquilándolos en Resistencia, Goya, Posadas y Formosa.”
Siempre según su propio relato, al poco tiempo de llegar a Resistencia en 1975, Tozzo percibe “la rivalidad entre policía y grupos peronistas de izquierda” y decide actuar para explotar esa situación “beneficio de la fuerza. Decide entonces “retomar la ofensiva en las calles” y “ganar la policía para el Ejército”, para lo cual cuenta con la ayuda de “algunos colaboradores civiles que mantenían estrecho contacto con la Unidad. Tozzo cuenta que comenzó a operar de manera clandestina en connivencia con la policía del Chaco (cabe aclarar que está probado judicialmente que fue la “patota” de torturadores de la Brigada de Investigaciones liderada por Carlos Thomas la encargada de la represión por motivos políticos). “(…)Lo primero que hice fue despojarme de las atribuciones de mi grado cuando operaba con ellos, viajaba en la caja de las camionetas, en la cabina iban oficiales y agentes de policía, me encargaba del manejo de los presos, compartía sus comidas, lugares de alojamiento, que en el interior de la provincia no son precisamente cómodos e intervenía directamente en los interrogatorios”.
En otro pasaje del escrito Tozzo alega haber tenido un papel protagónico en la represión posterior al golpe de Estado: “Participé activamente en la confección de las listas de personas a detener el 24 de marzo de 1976 e intervine en la ejecución de dicha orden, como así también en los interrogatorios posteriores”. Luego Tozzo manifiesta de manera explícita su adhesión a la represión; “voluntariamente inicié una doble tarea, sin mediar orden superior, lo que evidencia el grado de compenetración que tenía con la filosofía y los ideales de la fuerza (…) Con respecto a la represión del peronismo la hice a todas sus tendencias, la izquierda, la ortodoxa, la de las mesas de trabajo y la de transvasamiento generacional. Esto se puede comprobar consultado la documentación que obra en la Unidad”. Hacia el final refiere que era tal la confianza que le tenían sus superiores que no necesitaba pedir audiencia para ser recibido. En una oportunidad llegó a exponer personalmente “una situación” a los generales Díaz Bessone y Nicolaides: “Alrededor de las 22. 30 horas, asesorándolos para que luego se tomara una resolución que comprometiera a la Fuerza y al Gobierno PRN, siendo posteriormente uno de sus ejecutores”.