Los brasileños están acumulando agua en sus departamentos, cavando pozos caseros y tomando otras medidas de emergencia para prepararse para un posible racionamiento forzado que podría mantener los grifos cerrados debido a la sequía
En São Paulo, la ciudad más grande del país, con un área metropolitana de 20 millones de personas, la principal reserva está con sólo un 6% de su capacidad y ya pasó el momento más alto de la temporada de lluvias.
Los camiones cisterna distribuyen agua para las grandes industrias y dependencias estatales, pero se teme el impacto que traerá un racionamiento drástico sobre las pymes y comercios que no puedan pagar ese servicio.
Otras ciudades del muy poblado sudeste de Brasil, como Río de Janeiro, enfrentan una escasez menos grave, pero también podrían ver racionamientos.
La incertidumbre por la sequía y sus consecuencias en los empleos, en la salud pública y en la calidad de vida ensombrecen aún más el humor de los brasileños en momentos en que la economía enfrenta dificultades y la popularidad de la presidenta Rousseff está en mínimos históricos.
Tras las decepcionantes lluvias de enero e incentivos insuficientes para reducir el consumo, funcionarios de São Paulo advirtieron que la próxima medida podría ser cerrar el suministro de agua para los consumidores por hasta cinco días a la semana, medida que probablemente dure hasta que comience la próxima temporada de lluvias en octubre, si no más.
Las proyecciones sugieren que la principal reserva de la ciudad, Cantareira, podría quedar sin agua en abril, si no hay reducción drástica del consumo. Grandes hospitales en São Paulo montan centros de tratamiento y reciclaje de agua en sus instalaciones para asegurar que si se detiene el suministro regular de agua aún puedan realizar cirugías.
Las empresas compiten para asegurarse las entregas de camiones cisterna, que ya son imagen cotidiana en las calles. “Es como ver 10 litros en tu tanque de combustible y saber que no llegarás a la próxima estación”, comentó Stefan Rohr, director de Ambiente del grupo industrial Ciesp en Campinas, área metropolitana de más de tres millones de personas al norte de São Paulo.
Industrias que usan mucha agua, como embotelladoras, siderúrgicas y plantas de celulosa, hicieron planes de contingencia para abastecerse de agua con camiones cisterna o usar pozos subterráneos, lo que podría impedir un desastre económico mayor.
Sin embargo, firmas más pequeñas, desde salones de belleza y restaurantes a lavaderos de autos e industria ligera, podrían tener que cerrar o restringir severamente sus actividades.