El golpe cívico militar del 24 de marzo de 1976 contra los
trabajadores y el pueblo tuvo como objetivo desarticular las
organizaciones obreras, disciplinar en el plano de la producción,
controlar las demandas y cuestionamientos que generaría la imposición
de un modelo económico liberal y aniquilar las organizaciones
revolucionarias y populares. Además, se propusieron apropiarse como
clase del poder del Estado, porque lo necesitaba para la aplicación
del proyecto económico encarnado en la figura del ministro de
Economía, José Alfredo Martínez de Hoz.
Para ello intervinieron la CGT y numerosos sindicatos, suspendieron la actividad gremial, prohibieron el derecho de huelga y separaron las obras sociales de los sindicatos. A un mes del golpe se reformó la Ley de Contratos de Trabajo, anulando normas en materia de derechos. Pero el pueblo y sus organizaciones dieron batalla para el regreso de la democracia. En abril de 1979 la CGT ordena el primer paro general contra el gobierno. El país se paralizó, se cortaron avenidas y rutas y se acampó en las puertas de las fábricas. Fue tan masivo que la dictadura prefirió minimizarlo ante la imposibilidad de reprimirlo. La peregrinación a Luján de ese año fue bajo la consigna "Unidos a María anunciemos a Jesús", en tanto los carteles de las parroquias y grupos estudiantiles y de trabajadores pedían Paz y Trabajo.
La CGT Brasil convocó una huelga general el 22 de julio de 1981. Hubo represión en Mendoza, San Miguel de Tucumán, Rosario, Córdoba y Avellaneda. El 7 de noviembre, una manifestación por las calles de Liniers culminó con un acto de más de 20 mil personas frente a la Iglesia de San Cayetano, donde se retoma para el Movimiento Obrero la vieja consigna "Paz, Pan y Trabajo". La dictadura produce una gran represión con cientos de detenidos.
Para el 30 de marzo de 1982, los trabajadores nucleados en la CGT Brasil y bajo la conducción de Saúl Ubaldini convocaron a una jornada de protesta en todo el país, bajo las consignas “Paz, Pan y Trabajo” y “Abajo la dictadura militar”. El Ministerio del Interior presionó para que la marcha no se hiciera, argumentando que la CGT no había solicitado autorización para realizar el acto y que estas situaciones podían producir alteraciones a la seguridad y el orden público, recordando que seis dirigentes sindicales, entre ellos Saúl Ubaldini, se encontraban procesados por haber declarado otras huelgas generales.
El día de la protesta, Buenos Aires amaneció con carros de asalto, carros hidrantes, la montada de la policía federal, militares en traje de fajina, armas largas y cortas, por todo el centro porteño. Desde horas tempranas, obreros y trabajadores se fueron agrupando para marchar hacia el centro. Los dirigentes llegaron abrazados por Av. de Mayo hasta la Avenida 9 de julio y detrás, cientos de activistas. La marcha pretendía entregar un documento en Casa Rosada. Se cantaba "El Pueblo Unido jamás será vencido", "Se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar" y "Luche, luche que se van".
Hubo al menos tres horas de violentos enfrentamientos entre los manifestantes, que intentaban llegar hasta la Plaza de Mayo, y centenares de policías. Las fuerzas de seguridad no sólo arremetieron contra quienes integraban las columnas de manifestantes, sino que detuvieron también a tres periodistas (uno de ellos de una cadena de televisión norteamericana) y a tres reporteros gráficos.
Hubo también manifestaciones en Mendoza, donde la represión culminó con el asesinato del sindicalista José Ortiz; en Rosario, dos mil trabajadores recorrieron el centro de la ciudad contra la dictadura; en Mar del Plata y San Miguel de Tucumán detuvieron a doscientas personas por repudiar al gobierno militar; en Córdoba, el Tercer Cuerpo del Ejército patrulló las calles con columnas de hasta siete vehículos militares por temor a la movilización de los trabajadores.
Entre los detenidos figuraban el entonces secretario general de la CGT nacional, Saúl Ubaldini, y cinco integrantes de la comisión directiva; el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, junto a un grupo de madres de Plaza de Mayo. Al día siguiente, la CGT elaboró un documento afirmando que el proceso militar estaba "en desintegración y desbande" y reclamando un gobierno cívico militar de transición a la democracia. Ese texto nunca llegó a difundirse, porque antes los militares salieron de la sombría situación en que se habían colocado fugando a Malvinas.
La CGT y los trabajadores le habían demostrado a los dictadores que debían dejar el gobierno, que ya nada era igual, que se había alcanzado un grado de organización suficiente para hostigarlos hasta echarlos. El movimiento obrero hizo el 30 de marzo de 1982 una jornada tan trascendente como lo fueron en las décadas del ‘60 y’ 70. Sin embargo, la última resistencia permanece aun semioculta. Vaya este aporte para visibilizarla y mantenerla viva en la memoria de las luchas populares.
Gerardo Roberto Martínez Presidencia de la Plaza (Chaco); 29 de marzo de 2015