La recuperación de los trenes, beneficiará las economías regionales
En el día de ayer, en sesión del Senado de la Nación, aprobamos la iniciativa remitida por el Poder Ejecutivo, al que diera media sanción la Cámara de Diputados, por el que se propone declarar “de interés público nacional la política de reactivación de los ferrocarriles de pasajeros y de carga, la renovación y el mejoramiento de la infraestructura ferroviaria e incorporación de tecnologías y servicios que coadyuven a su modernización”.
Dicha ley viene a formar parte de una estrategia de país, una estrategia de desarrollo nacional, porque lo que hoy se está recuperando es la administración de un sistema de transportes que es uno de los pilares del desarrollo de cualquier nación.
Precisamente, el abandono del desarrollo ferroviario, la cesión de su administración, la deserción de las responsabilidades de inversión en infraestructura, fueron uno de los canales por los cuales el país retrocedió -durante el lapso de varias décadas- de los niveles de desarrollo que habíamos sabido conquistar, con graves consecuencias para calidad de vida de nuestra gente.
La ley que sancionamos tiene que constituirse como un punto de inflexión importante para la Argentina, al menos en tres aspectos centrales que, hombres de interior como somos, no podemos dejar de mencionar:
En primer lugar, esta decisión tiene que ser la base de una recuperación de la industria ferroviaria, una de las madres de industrias y una de las que mayor sentido federal puede otorgarle al desarrollo de nuestro sector industrial.
En segundo lugar, esta decisión debe propender, con más fuerza que nunca, a posibilitar una estrategia de desarrollo territorial basada en el crecimiento manufacturero y agroindustrial y la planificación demográfica. Sigue siendo verdad que enviar una tonelada de granos desde las regiones extrapampeanas hacia los puertos de exportación, es hoy más costoso que remitirlas desde estos puertos hasta las antípodas del planeta. Esta es una de los lastres que impiden el despegue de las economías regionales, con fuertes efectos negativos sobre la rentabilidad de sus pequeños productores y por lo tanto sobre la concentración de la tierra -y por ende de la riqueza- en nuestras provincias. Llega ahora el momento de diseñar un sistema que verdaderamente genere el desarrollo regional armónico que desde hace siglos debe darse en la Argentina.
Finalmente, la apertura del sistema debe ser una garantía de que las inversiones regionales, públicas, privadas o mixtas, puedan por fin acceder al tránsito libre utilizando la infraestructura que es de todos, la que hasta hoy ha estado vedada en beneficios de grandes monopolios exportadores y en detrimento de las cooperativas y los consorcios de pequeños y medianos productores regionales.
Con estos augurios, con este profundo sentido regional y nacional, hemos acompañado desde lo más profundo de nuestras convicciones populares, la sanción de esta ley cuya iniciativa honra al proyecto político del que formamos parte.