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Por Juan García
Miércoles, 22 de abril de 2015
Cumbre del Cambio climático: de espaldas a la realidad del Chaco
La cumbre del cambio climático recientemente llevada adelante en Resistencia se desarrolló de espaldas a la crisis ambiental que vive la provincia. Los participantes firmaron un compromiso genérico que no parte de un balance de las políticas llevadas adelante durante sus años de Gobierno. Es que la crisis ambiental es el resultado de un régimen social que coloca la ganancia capitalista por sobre las necesidades sociales y el cuidado del ambiente.
Generalmente se resalta la crisis ambiental de la provincia en el medio rural: la expansión sojera, los desmontes, la desertificación, el despoblamiento rural, la fumigación de pueblos enteros, o la crisis hídrica que va de la mano de todo este proceso.
Pero no es menos cierto que la catástrofe ambiental también afecta al principal núcleo urbano de la provincia: el Gran Resistencia. El plan Resistencia 2020 de Aida Ayala es fundamentalmente un plan de desarrollo inmobiliario de la Ciudad, que descansa sobre una base especulativa. La voracidad de la especulación lleva a “valorizar” terrenos que forman parte de las riberas de los ríos y lagunas. El shopping de Goitía sobre el Río Negro, construido en una altura por debajo de la cota mínima, es sólo un ejemplo. En el mismo sentido avanzaba el plan (ahora archivado) de nuevo edificio legislativo. Todos son proyectos coordinados entre la Municipalidad y el Gobierno Provincial.
La ocupación de la llanura de inundación del Río Negro, bajando la línea de Ribera, forma parte de esta agenda de la especulación, alentada desde la Intendencia y la Gobernación. La construcción de mega emprendimientos viola incluso los códigos de planeamiento urbano, como ocurre en el caso del edificio Harmony, con graves consecuencias para el ambiente y los vecinos. Por eso, en muchos casos los emprendimientos se llevan adelante sin la aprobación correspondiente de los planos.
Las consecuencias de esta ocupación del suelo son graves: de 70 lagunas originales en Resistencia, hoy quedan solamente 27 y de seguir así, en 10 años quedarán 18, según estiman los expertos. Y “lo mejor está por venir”. Los desarrolladores de Nordelta ya pusieron el ojo en Resistencia y Corrientes, donde todavía se accede a terrenos baratos, para realizar mega emprendimientos. Mientras tanto, en los mas de 200 asentamientos de Resistencia, la crisis de la vivienda se profundiza.
Las consecuencias de este modo de ocupación del suelo están a la vista en las grandes inundaciones de La Plata, Luján o Saavedra en Capital Federal. El punto en común en todas ellas es que el desarrollo inmobiliario alteró las condiciones de las cuencas llevando a taponamientos que provocaron la inundación. Los vecinos inundados pagaron los platos rotos mientras los empresarios que lucraron durante años con los “desarrollos inmobiliarios” se la llevaron de arriba.
Los fondos para la especulación inmobiliaria provienen, en buena medida, de los excedentes de la exportación de soja, que se vuelcan al “ladrillo” como una vía fácil de obtención de ganancias. Este hilo conductor une la catástrofe ambiental rural de los desmontes y la desertificación, con el desquicio en el planeamiento urbano: detrás de uno y otro están los mismos intereses sociales.
Una planificación urbana que supere esta crisis ambiental en ciernes requiere invertir los términos de la ecuación. No colocar el desarrollo urbano en función de la ganancia de las constructoras y los desarrolladores inmobiliarios, sino en función de un plan de desarrollo que tenga como prioridad la vivienda popular y el cuidado del ambiente.
Juan Garcia – Candidato a Concejal de Resistencia por el Partido Obrero


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