Insurgentes lanzaron morteros e hicieron explotar un coche bomba en zonas densamente pobladas donde mataron a seis personas, mientras que el Ejército se anotó una victoria militar al recuperar un barrio estratégico.
En tanto, en el plano diplomático internacional, la opositora Coalición Nacional Siria (Cnfros), encabezada por su renunciante líder, Ahmed Muaz al Jatib, tomó posesión hoy del asiento de Siria en la Liga Árabe, en una ceremonia en Doha, Qatar, marcada por los aplausos de los mandatarios de los países miembros.
La decisión de las naciones árabes, en el marco de la XXIV cumbre de la Liga Árabe, representó un nuevo golpe diplomático para el gobierno del presidente Bashar Al Assad, cuyo país, uno de los fundadores de la organización, ocupó su correspondiente asiento en la liga hasta su suspensión en 2011.
La semana pasada, la monarquía absoluta qatarí había propuesto asignar el asiento a la oposición armada siria, en un nuevo gesto de apoyo a la insurgencia que intenta derrocar a Al Assad.
Al Jatib, quien aún espera que la Cnfros acepte su renuncia, utilizó el foro para pedir a Estados Unidos el despliegue de un "paraguas de misiles Patriot" en el norte de Siria, una idea que, según dijo el propio dirigente sirio, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, "prometió estudiar".
La OTAN ya desplegó seis baterías de misiles Patriot en Turquía con el fin de defender al país de posibles ataques desde Siria, pero Al Jatib consideró que "Estados Unidos puede hacer más de lo que está haciendo", aunque agradeció el apoyo humanitario de Washington al pueblo sirio.
Lo que sí consiguió hoy Al Jatib en Doha fue el compromiso de sus socios árabes para proveer los "medios de autodefensa" necesarios en su lucha por derrocar al gobierno de Al Assad, según consignaron en el borrador de la resolución final de la cumbre, informó la agencia de noticias EFE.
No obstante, existe un amplio consenso en torno al hecho de que la oposición siria ya recibe desde hace tiempo armas de dos de las monarquías árabes más conservadoras, Arabia Saudita y Qatar, y de Turquía, y el diario The New York Times afirmó ayer que la CIA estadounidense ayuda a distribuir esas armas.
El incremento del apoyo militar y diplomático parece estar reflejándose en una escalada de la violencia y de la capacidad de acción militar de la oposición en Siria.
Hoy, por segundo día consecutivo, la ciudad de Damasco, en particular el este de la ciudad, fue epicentro de ataques de la insurgencia que dejaron al menos seis muertos y varios heridos, informó la agencia de noticias estatal siria SANA.
El primero fue un ataque con mortero contra la propia SANA que causó la muerte de al menos tres personas, incluyendo empleados de la agencia y otros civiles, según informó SANA.
La agencia de noticias también informó de bombardeos rebeldes en las cercanías de la mezquita Dirar (Bab Sharqi), alrededor del hospital en Damasco y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Damasco. SANA estimó que hubo víctimas fatales, pero aún no se conoce el número.
Una fuente oficial reveló a Sana que "una niña cayó como mártir y un número de estudiantes resultaron heridos", en otro ataque similar contra un complejo de escuelas en la misma zona.
Fotografías publicadas por la agencia de noticias mostraron el frente de su sede con los vidrios astillados, un agujero en la pared de concreto, sangre en el suelo de la entrada y autos carbonizados en la calle.
La insurgencia había advertido el lunes pasado a la población civil que comenzaría a lanzar misiles contra edificios gubernamentales y militares en Damasco en una operación que bautizaron "Sacudiendo el Fuerte".
El otro ataque del día de hoy fue cometido con un coche bomba en una zona residencial del barrio de Ruknedine de Damasco, y dejó otros tres muertos.
El vehículo, una furgoneta, fue detonado por un presunto atacante suicida, y el estallido causó además importantes destrozos en los edificios de la zona, según fuentes oficiales citadas por SANA.
Este atentado fue confirmado por grupos opositores como la red Sham y el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización opositora a Al Assad con sede en Londres, que señalaron que la explosión se produjo cerca de un edificio gubernamental y que entre las víctimas habría civiles y militares, informó EFE.
El gobierno y los grupos armados de la oposición ya llevan más de dos años peleando, los combates han cobrado la vida de 70.000 personas y expulsaron alrededor de un millón de sirios a campos de refugiados en los países vecinos.
El conflicto que comenzó con un levantamiento popular, rápidamente reprimido por el gobierno, se convirtió en una guerra civil que se extiende a casi todo el país.
En una victoria del Ejército, tropas recuperaron hoy el control total del barrio de Baba Amro, uno de los más castigados de la ciudad de Homs, en el centro del país, que hacía dos semanas permanecía tomado por los insurgentes, informaron medios estatales y fuentes de la oposición.
Los vecinos, que esta mañana intentaron regresar a sus casas, se encontraron con que estaba todo destruido y debieron trasladarse hacia otros lugares, según informó el Observatorio.
La escalada de violencia en el país, y especialmente en Damasco, forzó a la ONU a anunciar ayer el retiro de la mitad de su personal internacional de la capital siria, incrementando el miedo a que se profundice la crisis humanitaria.
Hoy, la portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Elizabeth Byrs, aseguró que la ONU continuará cumpliendo con sus compromisos aun si su personal trabaja desde los países vecinos.
Actualmente 5,5 millones de sirios, lo que representa más de una cuarta parte de la población, depende de ayuda humanitaria para poder sobrevivir, dijo hoy la ONU.