Los rasgos de la post- modernidad claramente visibles son la incertidumbre y la complejidad, en las que, por un lado la velocidad de las comunicaciones, el caudal de información, la omnipresente tecnología, la falta de contacto y comprensión humana, y el fracaso de las utopías hegemónicas crean una situación donde las certidumbres se disuelven generando, según Ortega y Gassett, una crisis de creencias. De acuerdo al mismo autor, esta crisis de creencias es consecuente con una crisis cultural. El descreimiento y la imposibilidad anticipatorio de los hechos y conductas de los demás, crea en la sociedad y en las personas una sensación de pérdida y desorientación que luego lleva a la desesperación
El siglo XX se caracterizó por una cantidad abrumadora de cambios, a una velocidad asombrosa que no ha permitido al ser humano, adecuarse a las necesidades que el mundo moderno le imponía; como resultado de ello, se obtuvo una desorganización de los sistemas preestablecidos sin la adecuada reorganización, y con resultados inciertos e imprevistos. Este hecho a favorecido la aparición en el ser humano, de un estado de ansiedad y angustia, con la aparición de numerosas conductas patologías.
Me parece fundamental analizar una situación compleja que se está arraigando en nuestra sociedad, independientemente de sus creencias, cultura, nacionalidad y tendencia política. Esta amenaza está constituida por una trilogía: inseguridad, crimen organizado y narcotráfico.
El común denominador de este accionar que tiene participación en casi todo el mundo, es de lograr imponer un sistema de dominación social, erosionando la ley, la familia y los valores democráticos que permiten gobernar a los estados. Este crimen transnacional organizado tiene un objetivo muy preciso, la familia fortalecida y anclada en los valores ciudadanos, éticos y religiosos. Una sociedad sin principios, una familia desestructurada y unos jóvenes sin voluntad ni esperanza, que creen no tener futuro, son tierra fértil para que esta trilogía avance, se nutra y fortalezca.
Observemos que estas organizaciones, favorecida por la globalización, se encuentra empeñada en una en una trasformación cultural mundial con el claro objetivo de lograr ganancias económicas y políticas con el fin de establecer un paradigma cultural camuflado con algunas bondades y ayudas sociales al desarrollo, como lo han demostrado los señores de la drogas en Colombia y México, con sus conexiones políticas, imponiendo la hegemonía, crecimiento y permanencia de la cultura criminal.
No quiero exagerar, pero es momento de ver la realidad. El crimen organizado junto al narco trafico tiene que ver con la manipulación de la legitimidad y gobernabilidad estatal efectiva, que se ve erosionada por la injusta distribución de la riqueza, la desigualdad socio económica, elevados índices de desempleo, el reducido acceso a la cultura y educación y también al trabajo en negro.
Estas circunstancias, sumadas a un alto crecimiento de la población juvenil y a las bajas perspectivas de inclusión social, dan el marco propicio para el ingreso de estas empresas del terror que organizan el crimen, la delincuencia y el narcotráfico en el país.
El crimen organizado erosiona al Estado económica y políticamente, participando de las campañas proselitistas o financiando proyectos estructurales, logrando transformar la sociedad y hacer cambiar y minusvalorar la familia.
(Por Salvador Cuño médico especialista en adolescencia y adicciones )