Desde la democracia recuperada en 1983 el Chaco es una provincia electoralmente esquiva, y ése es un dato importante para analizar y comentar el comicio de ayer.
El primer gobierno constitucional (1953-1955) estuvo a cargo de dos recordados políticos peronistas: Felipe Gallardo y Deolindo Felipe Bittel. Y luego del golpe de Estado de septiembre de 1955, el frondicista Anselmo Zolilo Duca llegó a la gobernación (1958-1962) con el apoyo macizo del peronismo.
Las elecciones de ese año las ganó Bittel, pero no llegó a asumir debido al golpe contra Frondizi. Bittel ganó nuevamente en 1963 y esa vez sí asumió, hasta 1966, cuando otro golpe (el de Onganía) derrocó al presidente Arturo Illia. Y por tercera vez triunfó Bittel en 1973, hasta que el golpe de marzo de 1976 consolidó el desastre argentino.
La preeminencia peronista en el Chaco cambió fuertemente a partir de la última dictadura, y el comportamiento electoral de los chaqueños devino errático y cambiante.
Primero gobernaron dos peronistas: Florencio Tenev (1983-1987) y Danilo Baroni (1987-1991), cuyas olvidables gestiones facilitaron de hecho la irrupción del PACH (Partido Acción Chaqueña), invento prodictatorial inspirado por José Ruiz Palacios, ex viceministro del Interior de la dictadura y brazo derecho del genocida general Albano Harguindeguy. Su representante fue un médico radical del interior de la provincia, Rolando Tauguinas, quien gobernó entre 1991-1995.
En los últimos 20 años ganó el radicalismo tradicional con Angel Rozas (1995-1999 y 1999-2003), a quien sucedió su por entonces delfín y luego enemigo Roy Nikisch (2003-2007).
En ese último año, el triunfo del peronista (FpV) Jorge Milton Capitanich sobre el intento retornista de Rozas fue milimétrico: apenas un discutidísimo millar de votos. Gobernador entre 2007 y 2011, Capitanich fue reelecto de manera contundente con el 65,5 por ciento de los votos, contra el 30 por ciento del radical Nikisch.
Como se ve, aquí la historia mostró siempre variaciones. De ahí que es habitual que la ciudadanía coincida en que en esta provincia nada está dicho, jamás, y que cualquier resultado es posible, al menos entre radicales y peronistas, hoy las dos grandes tradiciones partidarias chaqueñas.
En ese contexto hay que subrayar también –sobre todo porque lo oculta la prensa que ya sabemos– que en el Chaco los votos de derecha jamás fueron electoralmente significativos. Muchos esconden este dato pero seguro que fue por eso que en esta campaña los apoyos macizos de los señores Macri, Massa, Sanz, Carrió y Stolbizer a la fórmula radical no tuvieron el más mínimo peso.
Y era lógico, y todo indica que seguirá siendo así porque, en los hechos, aquí el macrismo y antes López Murphy jamás alcanzaron ni el 3 por ciento de los votos en las elecciones de 2001, 2003, 2007 y 2011. Nunca ganaron ninguna de las 69 intendencias chaqueñas, como no tuvieron jamás un diputado. Ha de ser por eso que ahora todos corren atrás de la fórmula radical.
En cambio, y así como durante décadas fue el Partido Socialista Chaqueño el que terció en todos los comicios, en la última década y media ese rol lo asumió un candidato del Partido Obrero de entrañable personalidad: el popular Aurelio Díaz, un hombre de extracción humilde, mucho más popular y respetado que su propio partido, y quien ya en dos oportunidades estuvo a punto de ser el bicho raro de una Legislatura que siempre ve llegar diputados de los dos partidos mayoritarios.
Hay que decir algo también poco subrayado y que merece unas palabras: el triunfo de Domingo Peppo en el interior del Chaco fue ayer más holgado que el de Capitanich en la capital provincial. Lo que es fácil de explicar, y conveniente porque también se (mal) ocupó de eso la prensa mentirosa, que quiso demeritar el triunfo capitalino de Capitanich.
No tuvieron en cuenta para sus cuentas el hecho notable de que Resistencia es una ciudad de 400 mil habitantes (casi la mitad de toda la provincia) con tradición radical gracias a los doce años de gestión bastante incuestionable encabezada por la ingeniera Aída Ayala. Precisamente es ella la candidata a la gobernación, en binomio con el intendente de Sáenz Peña (segunda ciudad de la provincia, también radical). Por eso era vox pópuli aquí, desde hace tiempo, que solamente Capitanich en persona podía ganar Resistencia sobre el llamado “efecto Aída”.
Finalmente, cabe decir que fue muy comentada la penosa cobertura del colega Mario Massacessi, de TN, quien en todo momento criticó negativamente en cámara todo lo referido a Capitanich, llegando a sugerir que en las boletas era más grande su foto para “engañar al electorado”, como si el chaqueño fuera un electorado idiota. En Clarín todo es posible.