Muchas son las funciones del Estado, y entre las básicas se encuentran asegurar la salud, la educación, la seguridad, el trabajo, la vivienda, los derechos políticos y culturales, entre otros.
Pero la condición indispensable es que el Estado tenga medios para lograr concretar estos objetivos, ya que sin medios propios y genuinos no puede brindar bienestar a la población. Es decir, se debe lograr una economía que produzca bienes necesarios para satisfacer las necesidades del pueblo, y aquí toman gran relevancia los procesos de integración entre regiones.
Todos los procesos de integración entre Estados comenzaron siendo económicos, como lo fue el primer gran proceso de integración, la Unión Europea con la Euratom, el de Estados Unidos y Canadá con el NAFTA, el asiático con el ASEAN. Esto ocurre porque el escenario mundial se encuentra en cambio permanente y los “Estado Nación”, como fueron concebidos inicialmente, no fueron aportando respuestas eficientes a los nuevos retos del comercio internacional dando lugar a la unión de estados mediante estos procesos.
De esta forma, con el establecimiento de acuerdos de integración entre las potencias que compartían una región del mundo, se obtienen fortalezas en base a las ventajas competitivas que tiene la cercanía por la ampliación de los mercados, reducción de costos de transporte, baja de barreras arancelarias. Las naciones vecinas comenzaron a hacer acuerdos comerciales integrándose, lo que no solo tuvo efectos económicos sino también de orden social, cultural, político, y sobre todo le confirieron al mundo un mapa distinto, constituido ya no por naciones sino por bloques o grupos de naciones.
En ese contexto nace el Mercosur, con grandes aspiraciones de ser una “Unión Aduanera” el Mercado del Sur. Pero la integración para ser real y efectiva requiere como elemento esencial que los países miembros se comprometan, acuerden y aseguren su funcionamiento económico para que las economías de los países miembros sean homogéneas, sin asimetrías que generen ruidos que impidan beneficios recíprocos. Estos compromisos condicionan a su vez las políticas internas de los miembros. Es lo que nunca ocurrió en el Mercosur.
Los Estados miembros no se comprometieron realmente con su participación en el mercado, de tal suerte que del proceso de integración solo se obtuvo el nombre. Prueba irrefutable de esto es que luego de veinticinco años de vida el Mercosur no tiene una trascendencia económica relevante en la región ni en el mundo. No sólo nunca se cumplió con el arancel externo común, sino que ni siquiera se han homogenizado las cuestiones económicas básicas de los estados miembros, de tal manera que estamos presenciando acuerdos bilaterales de uno o varios de los miembros del Mercosur con la UE o con México, lo que evidencia que el Mercosur no funciona como tal.
Otra muestra de esta falencia en el bloque es la naturaleza intergubernamental de los órganos que lo componen, que impide una debida integración al basarse en el consenso de sus miembros en lugar de contar con órganos supranacionales con real poder de decisión. Es por eso que hoy más que nunca necesitamos fortalecer el Parlasur, único órgano integrado con representantes de las regiones capaces elevar demandas en pos de lograr concretar los cambios necesarios que conviertan al Mercosur en esa herramienta imprescindible para lograr beneficios para nuestros pueblos.
MARIANO SEBASTIAN MORO Precandidato a parlamentario PARLASUR en las próximas PASO del 9/8.