Expresiones de Aldo Adolfo Leiva, intendente municipal de General San Martín y Veterano de la Guerra de Malvinas.
Han transcurrido 31 años de la gesta de Malvinas, sin embargo para muchos la herida sigue abierta; primordialmente en los veteranos de esa guerra esa herida no curó. Hablar del tema implica impregnarnos de nostalgia y vientos de tristeza. Fue el escenario de una guerra absurda, quizás la más absurda de las guerras en todo el mundo y en todos los tiempos.
Cada nuevo aniversario del 2 de Abril de 1982 abre un abanico de sentimientos en el que convive el dolor por los camaradas muertos con el sentido común de argentino y con todo lo que está pendiente sobre el tema. A 31 años del conflicto en el Atlántico Sur, la sociedad argentina aún no consigue saldar sus cuentas con ese pasado ni acordar una estrategia de cara al futuro.
Existe si una buena señal: la actitud del gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner fogueando la cuestión como la eterna bandera nacional y popular contra el imperialismo.
Este gobierno viene poniendo de manifiesto la más absoluta y tenaz decisión por remalvinizar al pueblo argentino, instalando los justos reclamos de soberanía en el escenario internacional, demandando las más lógicas reivindicaciones.
No pudo cerrar la herida, porque aún no se alcanzo a dar un sentido razonable sobre lo que realmente pasó. Este 2 de Abril de 2013 nos encuentra con la felicidad de un Papa argentino. Días pasados y en el inicio de su pontificado la presidenta de todos los argentinos pidió a Francisco que apoye a nuestra Nación en el reclamo por las Islas Malvinas.
Son hechos que marcan un camino, la senda que puede permitir que las heridas puedan curarse y para que los compatriotas caídos en suelo austral tengan un verdadero descanso eterno y paz en sus tumbas.
La herida de Malvinas está abierta y no curo por la indiferencia de sectores que con cinismo, impudor e ironía pretenden desconocer y desentenderse de lo que se está haciendo desde el Estado Nacional. Eso no es estar en contra de un gobierno, más que una conducta de carácter político es una posición crítica respecto de los derechos argentinos sobre las islas, es la mayor demostración de antipatria, estas fracciones sociales, con esas actitudes hacen que Malvinas sea una herida abierta que aún no se curó.
Este nuevo 2 de Abril, con heridas abiertas, con el Papa Francisco argentino y con el proceder del gobierno nacional hablar de Malvinas debería implicar hacerlo desde una voluntad y desde una autentica cualidad cristiana y patriótica.
En un escenario como el descripto este nuevo aniversario del desembarco del 2 de abril de 1982 exige abolir todo cuestionamiento que se atreva a relativizar los derechos del país sobre el archipiélago.
Es indispensable la máxima adhesión al patriótico orden de prioridades de política exterior que el kirchnerismo propone desde hace años, en el cual Malvinas permanece colocada en el tope de las preocupaciones nacionales, sin soslayar otros temas, como la integración global de nuestra economía, la integración regional y la solución de los problemas sociales internos. Desconocer y rehusar estas cuestiones son conductas ilegitimas, como ilegítimo ha sido el gobierno, usurpador del poder que nos llevo a una guerra sin previsiones y sin provisiones.
Una nueva usurpación: Un incongruente referéndum
Abusando de su poder colonizador, invasor y timador de suelo ajeno el Reino Unido de Gran Bretaña ha impulsado en la antesala de una nueva evocación de Malvinas un referéndum. Los habitantes británicos de las islas, habilitados para sufragar votaron para mantener el actual estatus como territorio inglés de ultramar en un nuevo desconocimiento de la incuestionable soberanía argentina sobre las islas Malvinas. Fue una nueva demostración de avance de esa potencia extracontinental sobre todo el hemisferio sur.
Con ese hecho, omitiendo y prescindiendo de todas las gestiones diplomáticas en vigencia se hizo más profunda la herida de Malvinas. El referéndum lejos de ser justificado fue nada más y nada menos que una muestra más de usurpación, fraude y pillaje que comenzó en 1833, hace ya 180 años cuando dos buques de guerra ingleses expulsaron a las autoridades argentinas y a la población residente en Malvinas. Hasta ese momento, en las islas había un comandante político y militar, Luís Vernet, designado por el gobierno de Buenos Aires.
La Patria, la Nación Argentina apelo desde un primer momento esa agresión ante diferentes instancias bilaterales y multilaterales para denunciar la usurpación y reclamar por la soberanía de Malvinas. El 1960 la Resolución 514 de la Organización de las Naciones Unidas- ONU- proclamo la necesidad de poner fin, rápida e incondicionalmente al colonialismo imperante en suelo austral a partir de dos principios fundamentales: el de autodeterminación consistente en respetar los deseos de un pueblo sometido y el de integridad territorial a lo cual del Reino Unido hizo caso omiso. Son antecedentes válidos auténticos, legales y constitucionales que hablan de la efectiva soberanía nacional sobre las islas.
Desde la más profunda perspectiva nacionalista, esa nueva usurpación mal llamada referéndum no modifica la esencia de la cuestión: Las Islas Malvinas constituyen y se erigen como innegable suelo patrio. Cómo no comprender a todo compatriota que tenga otra noción, otro discernimiento del tema Malvinas cuando no ha luchado por ellas en la Guerra del Atlántico Sur, como no concebir y entender a quien no vio caer muerto a un camarada casi niño, frente a las balas enemigas después de luchar con valor y heroísmo, sin embargo es imprescindible, imperioso e ineludible aceptar a Malvinas con una autentica y acreditada causa nacional y que la dureza de la fuerza es la única posición que le otorga impunidad para que el Reino Unido de Gran Bretaña prosiga tomando medidas unilaterales, ignorando y desconociendo; no solo las protestas argentinas sino también la resoluciones de la ONU de la que Inglaterra es parte.
Además se debe tener presente que el Gobierno Argentino anticipadamente ha dejado claro que no aceptará el referendo por ser ilegal. No deja de ser auspicioso que la Comisión Europea haya considerado al referéndum celebrado en las islas Malvinas para mantener su estatus como territorio del Reino Unido de ultramar como una cuestión interna y rechazó pronunciarse al respecto.
Es otro principio de fortaleza que suma factores para que en un tiempo las heridas de Malvinas se puedan curar y cicatrizarse definitivamente.
Malvinas, hoy
Para nada la guerra de Malvinas debe tratarse ni analizarse como un hecho separado de la dictadura militar que azotó a la Argentina entre 1976 y 1983. La guerra fue, es y será parte de un proceso que causo muerte y desapariciones de cientos de argentinos, sin olvidar las vejaciones y todo tipo de abuso y violencia contra los derechos humanos.
Los militares que atentaron contra el gobierno democrático de Isabel Perón junto a sus aliados civiles fueron los que decidieron desencadenar las acciones bélicas cuando el país estaba en profundas desventajas. En este sentido es oportuno tener presente que una causa justa, no hace justa a una guerra.
Hoy más que nunca la herida de Malvinas sigue abierta, sin curar porque el principal genocida, el mayor antisemita de los últimos tiempos Jorge Rafael Videla en su perfil de fanático e intolerante del funcionamiento institucional y democrático ha llamado a los militares de estos tiempos a armarse para un nuevo golpe de estado.
A sido la camada de Videla que llevo que la Argentina se enfrentara a una de las mayores potencias del mundo en una guerra sin planificación, que demostró una gran ineptitud de quienes la dirigieron y enorme valentía de quienes pelearon en el frente de batalla, chicos de 18 y 19 años que fueron obligados a cumplir su deber para con la patria por militares que nunca debieron estar en el gobierno.
Los valerosos y bizarros fueron esos chicos que se hicieron hombres de golpe, con un fusil obsoleto en sus manos, que sufrieron hambre y frio; y que fueron maltratados por sus propios superiores inmediatos. Muchos de ellos quedaron en suelo malvinenses y hoy sus seres queridos están vedados de visitar sus tumbas. Malvinas hoy, nos muestra un escenario muy peculiar, esencial y diferenciado.
La máxima autoridad de la Iglesia es un argentino, quien precisamente en su momento, más precisamente en el 26° aniversario de la guerra de Malvinas, en el 2008 dijo: “La herida todavía sigue abierta. No curó”; una gran verdad que se proyecta en el tiempo.
Al Santo Padre la presidencia Cristina le pidió por Malvinas a la par de profundizar sus gestiones internacionales para el comienzo de una nueva etapa de dialogo por el reconocimiento de la soberanía argentina sobre las islas. Todo resulta muy esperanzador, realmente esperanzador.
Sin embargo ello no nos debe llevar a descuidar que entre todos velemos por la salud de la democracia que tanto logro conseguir y de la cual en este nuevo aniversario de Malvinas se cumplen 30 años de vigencia sin interrupciones.
Debemos ser celosos custodios del sistema representativo, republicano y federal reclamando por nuestros derechos pero con la misma vehemencia cumpliendo con nuestros deberes y nuestras obligaciones es el mejor aporte que individual y colectivamente se puede realizar para ayudar a cicatrizar la herida de Malvinas. Queda solo por formular un interrogante.
¿Alguien tiene dudas de que las Malvinas son argentinas? Nadie puede, ni debe tener dudas de que las Malvinas son argentinas.
Es lógico que muchos se pregunten ¿Por qué Inglaterra sigue en posesión de ellas?, muy simple la respuesta: Porque así es en el ámbito de las relaciones internacionales cuando no se imponen ni la cordura, ni el dialogo, ni la sensatez, ni la razón, eso sucede porque solo predomina y perturba la actitud y la táctica del más fuerte.