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(*) Por Elina Nicoloff
Lunes, 4 de abril de 2016
El precio del relato

Son diversas las posiciones respecto de la decisión del gobierno nacional de hacer efectivo el pago de la deuda con los holdouts o “fondos buitres”.Como punto de partida para comprender cualquier planteo posterior, se debe entender que esta disputa con los tenedores de bonos ha sido heredada por el actual gobierno nacional en su etapa terminal, eso significa que los tiempos de análisis y negociaciones han sido agotados durante la gestiones de los ex Presidentes Néstor y Cristina Kirchner.



Hoy solo resta al actual gobierno nacional cumplir con la sentencia firme de la justicia estadounidense que ordena el pago para superar la situación de default en que se encuentra el país y así poder volver a los mercados internacionales de crédito para financiar programas económicos, sociales y obras de infraestructura que permitan encarar una verdadera lucha contra la pobreza. Quienes habitamos en el norte argentino sabemos bien de esa necesidad impostergable.

Argentina comenzó a transitar el camino de un diferendo que lleva más de 15 años desde que el fugaz gobierno de Aldolfo Rodríguez Saá en 2001 anunciara el default.En 2005 el ex Presidente Néstor Kirchner propuso una reestructuración de esa deuda que fue aceptada por el 76% de los acreedores. Más adelante, en 2010, la Presidente Cristina Kirchner volvió a proponer otra reestructuración que alcanzó a poco más del 90% de los tenedores de bonos.

El porcentaje restante de la deuda es la que adquirieron los llamados “fondos buitre”, es decir inversores que expresamente compran deuda en riesgo de suspensión de pagos para hacer negocio logrando por vía judicial que se pague al 100%. Esa deuda que quedó pendiente con los bonistas que no aceptaron el canje se ha transformado, a través de la sistemática negativa argentina a acordar y los consecuentes litigios que emanaron de esa posición, en una cifra millonaria que es precisamente el pago que argentina debe afrontar hoy.

Haber llegado a esta situación es incomprensible desde la lógica y enunciados económicos o políticos. No así en la firme decisión de sostener, a cualquier precio, un relato populista cuyos resultados están a la vista. Si tenemos en cuenta que en enero de 2006 el ex presidente Néstor Kirchner decide saldar la deuda con el FMI mediante un pago “anticipado” de u$s 9.530 millones de dólares o que el 2 de septiembre de 2008 la presidente Cristina Fernández de Kirchner anuncia la refinanciación de la deuda con el Club de París mediante negociación “express” del entonces ministro de Economía Axel Kicillof con un alto costo para las arcas nacionales al aceptar pagar u$s 9.700millones de dólares en lugar de los u$s 6.700 que contemplaba la deuda original, no quedan dudas de la última hipótesis.

A todo esto, cuando se realizó la reestructuración, los acreedores que la aceptaron lo hicieron a condición de que si algún otro recibía en algún momento condiciones especiales (como ahora ocurre con el fondo buitre) el Estado argentino tendría que resarcirlos, condición establecida en una de las cláusulas conocidas como RUFO con vencimiento 31 de diciembre de 2014 y que se incluyó en los canjes de deuda de 2005 y 2010 por la cual se crea una igualdad de condiciones para aquellos que entraron o no a los canjes. Vale recordar que la cláusula RUFO figura en el Decreto 1735/04 del canje de deuda y fue incluida por Roberto Lavagna cuando era ministro de Economía bajo el gobierno de Néstor Kirchner.

El actual gobierno nacional acordó pagar a los holdouts u$s11.684 millones de dólares mediante la colocación de bonos por u$s12.500 millones de dólares con el fin de que el excedente pueda cubrir a los bonistas que todavía no entraron en el acuerdo.

Un dato no menor a tener en cuenta es que esta no es una iniciativa unilateral e inconsulta, sino que cuenta con la legitimidad que le otorga el voto mayoritario de Diputados y Senadores de la Nación y la conformidad de gran parte de los gobernadores de las provincias argentinas “…Que han recuperado la capacidad de pensar y reflexionar y de decir lo que realmente piensan…” tal como lo expresó el Presidente de la bancada de Senadores Nacionales del Frente para la Victoria Miguel Angel Pichetto en momentos de anunciar su voto favorable.

Así lo entendieron también los principales actores del ámbito económico, político y social. El presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Adelmo Gabbi, expresó que “No hay que pensar cuánto nos cuesta acordar, sino cuánto nos cuesta no acordar”.

El presidente de la Asociación de Bancos de la Argentina, Claudio Cesario, evaluó que “es muy importante que el Gobierno nacional, transcurridos poco menos de 90 días de la asunción, haya cerrado un preacuerdo con los tenedores de la deuda no reestructurada”.

El presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Osvaldo Cornide, consideró que “la necesidad de un acuerdo es indispensable para que nuestro país vuelva a tener acceso a los mercados financieros internacionales".

Guillermo Nielsen, que como secretario de Finanzas negoció el canje de la deuda de 2005 cuando el ministro de Economía era Roberto Lavagna y el presidente Néstor Kirchner, valoró el acuerdo “Si no es el mejor está muy cerca de ser el mejor”.

El propio Juan Carlos Fábrega, ex Presidente del Banco Central durante el gobierno de Cristina Kirchner, dijo que “un acuerdo con los buitres es necesario”.

Más allá de las ideologías y discursos fundamentalistas que rezaban “patria o buitres”, quien fuera electo el pasado 22 de noviembre como presidente de los argentinos tenía la íntima convicción de su irrenunciable responsabilidad de saldar la enorme deuda interna. Para ello había que reinsertar al país en el mundo y el único camino posible era cerrando este capítulo de deuda en default.

Y en lo que respecta al Chaco, el gobierno tendrá la posibilidad de acceder a financiamiento internacional de manera de poder atender los problemas propios de las asimetrías y postergaciones a la que ha sido sometida la provincia a lo largo de la historia al igual que todas las que integran la región del norte argentino.

La decisión de cerrar el problema de la deuda con los holdouts es una condición clave para construir la confianza que queremos generar. Porque si somos confiables y establecemos relaciones inteligentes y maduras con otros países, vamos a conseguir inversiones. Más inversión es más trabajo. Mas trabajo es la forma más genuina para salir de la pobreza.

Argentina tiene un rol importante para jugar en el escenario internacional, es un país con un enorme potencial no solamente por sus riquezas naturales sino también por su recurso humano. La crisis que enfrenta hoy nuestro país tiene mucho más que ver con lo moral que con lo económico. En los últimos años lamentablemente usamos mucha de nuestra energía en pelear entre nosotros. Si la volcamos a construir un país que crezca y se desarrolle sobre la base de la igualdad de oportunidades, en el que la diversidad sea entendida como un aporte a la construcción, se recuperen valores y se restablezca la importancia de la familia como pilar de la sociedad, seguramente la materialización de ese país que anhelamos llegará mucho más rápido de lo que imaginamos. Y salir de una vez por todas de este atolladero que representa el cumplimiento de este compromiso, es el punto de partida.

(*) Abogada. Magíster en ciencias políticas. Miembro de la cátedra Derecho Público Provincial y Municipal de la Universidad Nacional del Nordeste. Autora del libro “Historia del Radicalismo Chaqueño”.


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