35 rehenes de Al Qaeda mueren en un intento de rescate
Dos helicópteros del Gobierno argelino bombardearon las instalaciones de la empresa de gas donde los terroristas retenían a decenas de trabajadores extranjeros. En el ataque fallecieron también 15 yihadistas. Confirman que siete rehenes siguen con vida
El canal de noticias qatarí Al Jazeera señala que murieron 35 de los rehenes, entre ellos los de nacionalidad extranjera, que habían sido secuestrados el miércoles por un grupo terrorista cercano al Al Qaeda.
Además de los rehenes, murieron 15 secuestradores durante el enfrentamiento entre los milicianos islámicos y el Ejército de Argelia, que había enviado a dos helicópteros a bombardear la zona para conseguir la liberación de los rehenes.
La agencia Reuters ha informado que siete rehenes extranjeros lograron sobrevivir al operativo fallido, dos de ellos estadounindenses.
Minutos antes de que comenzara el ataque, habían conseguido escapar un grupo 20 secuestrados extranjeros, de nacionalidad presuntamente británica, japonesa, estadounidense, francesa y noruega, entre otras, al igual que unos 30 trabajadores argelinos.
El grupo armado islamista, cercano a Al Qaeda, mantenía secuestrados desde el miércoles a 41 extranjeros en unas instalaciones de gas ubicas en el sureste de Argelia. Dos personas fueron asesinadas, según reportan los medios internacionales. El Ejército local rodeaba el lugar.
Los terroristas exigían que los soldados dejaran de asediarlos para comenzar a negociar la liberación de los rehenes, según un comunicado que remitieron a Al Jazeera.
"Pedimos al ejército argelino que se retire para abrir las negociaciones sobre los rehenes", reclamó uno de los secuestradores, identificado como Abu al Bara, al canal por satélite. El grupo radical que se autodenomina "Batallón de Sangre", dirigido por el argelino Mojtar Belmojtar, asumió la autoría del ataque.
El complejo de tratamiento de gas, que se encuentra 1.600 kilómetros al sureste de Argel, en Ain Amenas, está explotado por la empresa estatal argelina Sonatrach y las compañías British Petroleum y Statoil.
Al menos dos extranjeros ya fueron asesinados por los milicianos islamistas, entre ellos, un británico. El ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, William Hague, calificó el episodio como un “asesinato a sangre fría”.