¿Qué país es independiente? pregunto en una reunión; me responden: Los Estados Unidos, Alemania, Japón, Francia, Inglaterra, China, Korea, los escandinavos. Evidentemente, creemos que un país es independiente si es desarrollado. Pensar cómo hacemos para ser independientes es, entonces, pensar cómo hacemos para lograr el desarrollo.
Proponer pensar no es fácil en un país consumido por la polarización y por la ansiedad de un destino que se supone de grandeza y que demora en concretarse.
Por supuesto, creo que importan más las preguntas y las inquietudes que las respuestas, si es que alguien supone tenerlas. Planteo solo tres, que me ocupan en estos tiempos, para invitar a reflexionar sobre ellas:
1. La dictadura, más la crisis de la deuda, más el desmantelamiento neoliberal de los 90, nos dejaron un país muy desigual, con 30% de pobreza y 40% de empleo informal. No se sale de eso solo “bajando la inflación” o “esperando inversiones” y, aunque es necesario, no alcanza con “redistribuir el ingreso”. Se requiere un Programa claro y acelerado de Transformación de la Estructura Productiva. Eso es lo que significa hoy Independencia: Volver al Perón de los planes quinquenales y al Frondizi de la pasión industrial.
2. “Hombre, Pueblo, Nación, Estado e Industria. Todo, todo está en los humildes bancos de la Escuela” dijo Sarmiento alguna vez, y hoy es mas cierto que nunca. La clave es la Educación: necesitamos una gran transformación, que empiece por los maestros. Formarlos mucho mejor, pagarles mucho mejor. Aquí podemos pensar en continuidades, porque se hizo mucho en los últimos años. Pero hay un cambio que necesitamos de manera urgente: restituir la autoridad y el prestigio de la Escuela y de los docentes frente a la sociedad.
3.- ¿Somos un país rico? Nuestro capital por trabajador está muy por debajo de los países desarrollados. En niveles educativos, también estamos por debajo. En algunos recursos naturales un poco menos, pero está claro que con eso no alcanza: ahí está el rico Japón, casi sin recursos; ahí están, en el otro extremo, tantos países árabes llenos de petróleo. La riqueza de un país no pasa por los recursos naturales, sino por su gente: nivel educativo, vocación por la cooperación social, capacidad de organizarse colectivamente para cumplir metas. Tejido social, en definitiva, tan deteriorado entre nosotros. Necesitamos reconstruir una idea de sociedad, empezando por lo que Montesquieu (el francés que inspiro a nuestros revolucionarios) llamaba “virtud republicana”: la capacidad de cada uno de poner los intereses generales del país por sobre nuestros intereses personales y de grupo.
Transformación productiva + Prioridad a la Educación + Reconstrucción de los lazos sociales = Independencia.