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Alejandra Stamateas
Jueves, 18 de agosto de 2016
El mayor compromiso es conmigo misma
¿Alguna vez te prometiste no hacer algo nunca más y de pronto te encontraste haciéndolo? Todos alguna vez hemos prometido no hacer algo y sin querer, después terminamos haciéndolo.


Cuando vos te prometés algo y no lo podés cumplir eso te genera una gran frustración, que obviamente, repercute en tu estima. Después de que no podés cumplir algo que te prometiste, ya no querés prometerte nada más, porque sabés que no tenés la fuerza para poder cumplir esa promesa que te hacés a vos misma. ¿Por qué no podemos cumplir? Veamos dos o tres características que a veces tenemos las personas que nos prometemos algo y después no lo podemos cumplir:

1. En primer lugar, no podemos cumplir con lo que nos prometemos porque en vez de prometernos algo desde lo que deseamos, nos prometemos desde la frustración. Por ejemplo, decimos: “no voy a hacer más esto porque me fue mal”, “no voy a estar más con esta pareja porque me engañó”, es decir, nos prometemos que no vamos a hacer algo nunca más, pero lo hacemos desde la frustración y no desde el deseo.

2. En segundo lugar, a veces no podemos cumplir con lo que nos prometemos porque tenemos una motivación de corto alcance. Empezamos muy entusiasmadas con el cambio, con esa promesa que nos hicimos, y al poco tiempo nos damos cuenta de que ya no tenemos la misma motivación que al principio y no podemos sostener la promesa que nos hicimos. ¿Por qué pasa eso? Porque vemos esa promesa como una tarea que tenemos que realizar. Por ejemplo, te determinás: “Tengo que dejar de estar con este hombre, por eso voy a hacer la tarea de tratar de no llamarlo por teléfono, de no encontrarme, de que no me vuelva a engañar”. Es una tarea, pero si a la tarea no la unís a un sueño, tu promesa va a ser de corto alcance, porque vas a empezar a cuestionarte si realmente esa tarea que estás haciendo te va a dar resultado o no.

3. Hay veces que no podemos cumplir con lo que nos prometemos porque existe una gran diferencia entre lo que me propongo alcanzar y lo que en realidad puedo alcanzar.

¿Qué puedo hacer entonces?

No te sometas a metas tan altas que no las puedas cumplir, establecé metas intermedias que puedas alcanzar, que puedas ir cumpliendo de a poco, metas que te cuiden y cuiden de tus hijos, metas realistas que puedas ir cumpliendo para que no te frustres.

Tenemos que aprender a ganar nuestras peleas emocionales. Necesitás saber que es muy bueno usar las emociones, pero si las usamos con sabiduría, correctamente. Para eso, hay que trabajar las emociones, para saber que somos la mujer correcta, la mujer adecuada para poder cumplirnos todo lo que nos prometemos. Si hasta ahora te ha resultado difícil, tal vez sea porque no uniste tu promesa a un sueño, y lo has tomado como una tarea más que querés hacer. Es tan importante comenzar un proyecto como terminarlo y cada uno de nosotros tiene el dominio propio, la fuerza y la voluntad para lograrlo. Comprometete con vos misma y soñá, accioná con todas tus fuerzas, estoy segura que esta vez, ¡no vas a abandonar!



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