Sabemos que el país transita momentos difíciles y de adecuación por profundos cambios en la estructura económica. Sin duda que uno de los sectores más afectados es el de los asalariados y esto produce reacciones en el ámbito gremial entre otros.
Como sabemos, los gremios suelen expresarse con manifestaciones y protestas en señal de disconformidad con las políticas que puntualmente lleva adelante el gobierno de turno. Esta es la forma tradicional y a la que estamos acostumbrados, es lo que se espera de los gremios.
Si analizamos un poco más en profundidad, esta forma de actuar es la propia de una determinada concepción de país, y en el caso es justamente un país escindido, un país que entiende implícitamente que los medios de producción le pertenecen a un sector de la sociedad que puede tomar las decisiones que determinan su rumbo, entre las que se encuentra la distribución de la torta.
Entonces es lógico el accionar de los gremios, de realizar paros y protestas contra los que deciden, para la decisión sea más beneficiosa para el sector. La pregunta que debemos hacernos es si es ésa la Argentina que queremos.
Si entendemos que el gobierno debe actuar en forma unilateral y los distintos sectores realizar pujas de fuerza para ver cómo se distribuye la torta nacional o si por el contrario dicha torta es de todos y todos debemos participar no solo en su distribución, sino hacernos cargo de su crecimiento. Es otro paradigma.
Esta otra visión demanda más, no alcanza con reclamar una mayor porción, sino que requiere que los distintos sectores protagonicen el papel que le corresponde, incluido los gremios. Dice el art. 14 bis de la Constitución Nacional: “El trabajo en sus diversas formas gozará de … participación en las ganancias, con control de la producción y colaboración en la dirección … “; es decir sea que ya nuestra Constitución se enmarca en el nuevo paradigma, en que le confiere al trabajador un claro mandato de protagonismo, pero no un protagonismo contestatario o declamatorio, sino un protagonismo constructivo como participe de la realidad económica, en la dirección de la empresa en la que trabaja.
Pero resulta que esto demanda no solo buena voluntad, sino un sector asalariado preparado, capacitado, formado con herramientas para intervenir en la toma de decisiones que afectan a su sector, que le permita controlar y participar en la dirección de su empresa.
Esta no es una Argentina de dueños y dependientes, sino una Argentina donde todos son ciudadanos de primera e iguales y, como todo, demanda mayor responsabilidad y compromiso.
Los argentinos debemos decidir si queremos seguir pidiendo al gobierno que nos dé migajas o si queremos ser todos actores de la toma de decisión en la cosa común.