Como suele suceder cada tanto en nuestro país, y también en la provincia, el hartazgo de una ciudadanía que se ve abandonada a su buena suerte contra la delincuencia genera un efecto dominó que multiplica la violencia y sus consecuencias nocivas.
Los vecinos nos estamos matando entre nosotros, en una guerra de pobres contra pobres en la que el límite entre bien y el mal se vuelve cada vez más difuso; en la que el matar o morir parece la única salida.
De un lado quedan ciudadanos que la pelean día a día en el trabajo para poder salir adelante en un contexto que no es fácil para nadie. Del otro, personas que, por distintas razones, sienten que el delito y la apropiación indebida de bienes ajenos es su única salida para la supervivencia.
No se trata aquí de hablar particularmente de condenar la delincuencia, eso se cae de maduro. El fenómeno que nos está invadiendo es el de la completa anarquía generada por la ausencia de un Estado y sus instituciones para dar respuestas que contengan a todos.
Así de simple es la realidad: si quienes deben cuidarnos no lo hacen, nosotros tomamos las medidas que consideramos necesarias para intentar frenar a aquellos que nos roban, hieren, abusan y matan; una actividad que inevitablemente termina en el error, en el exceso de la justicia por mano propia, en la venganza, en el caos donde los justos dejan de serlo para sumarse a la barbarie que los rodea.
Desde Vecinos Autoconvocados venimos trabajando para intentar cambiar ese paradigma, para generar un espacio cada vez más amplio para el debate y la generación de soluciones que ayuden a dar una batalla civilizada contra la delincuencia. Creemos fervientemente que el Estado de Derecho es algo que debe ser defendido desde la ciudadanía y para todos; por lo que destinamos tiempo, imaginación, recursos y energía vital para intentar ayudar a los verdaderos responsables de encontrar esas soluciones, de ejecutarlas.
Queremos creer en las instituciones, pero esa anarquía de la que hablamos se da porque ya nadie cree ni respeta al Poder central que debe regular la vida en sociedad; porque incluso ese Poder Central no se respeta a sí mismo, se desdibuja transformándose en una caricatura de lo que debiera ser.
Queremos una sociedad segura donde nadie se vea forzado a rifar sus valores por impotencia; donde al buen ciudadano no se lo empuje a hacer algo que lo marque de por vida a causa del dolor y la bronca que le genera un despojo irreparable. No queremos justicieros, queremos justicia.
Como organización de personas que también abogamos por ampliar la base de participación ciudadana, con esa maldita inseguridad que nos acorrala como disparador inicial, tampoco podemos quedarnos callados ante el intento de llevar el debate hacia la responsabilidad individual o colectiva de los ciudadanos al reaccionar; algo que, en un contexto donde las instituciones oficiales no nos brindan ninguna garantía, siempre ha sido funcional a un sistema político que destila incompetencia o complicidad.
Ya no tenemos tiempo para que nos sigan queriendo encerrar en el laberinto del debate sobre la violencia generalizada. Porque es esa aranquía alimentada por la incompetencia oficial la que nos lleva hacia el caos.
Señores vecinos, súmense a una lucha institucional como la que seguimos llevando adelante desde Vecinos Autoconvocados; la participación nos hará fuertes. Señores gobernantes y funcionarios públicos en general, hagan lo que tienen que hacer; porque lo que está pasando es, antes que nada, su culpa.s