Cuando intentamos resolver situaciones difíciles que se nos van acumulando, a veces terminamos enredándonos en esos problemas, y como no podemos encontrarles solución, los conflictos comienzan a enmarañarse en nuestra mente. La única solución para desenredarlos es ir al núcleo del problema. Veamos tres puntos que necesitás recordar a la hora de resolver los problemas y la falta de confianza:
1. Estás al mando. Sos experto en tu propia, por lo que no necesitás que alguien te venga a dar soluciones. ¡Nadie mejor que vos para resolver tus conflictos! Dejá de postergar la decisión y determinate a encontrar una solución para tus problemas, ¡estás al mando!
2. Ponete de acuerdo con vos mismo. A veces pretendemos ponernos de acuerdo con otros, cuando ni siquiera nos pusimos de acuerdo con nosotros mismos. Para ponerte de acuerdo tenés que decirte a vos mismo cómo querés que termine ese problema, qué resultado querés obtener, porque eso lo determinás vos. Por ejemplo, decimos: “quiero tener una casa grande, pero no sé si realmente la quiero, porque después voy a tener que pasarme el día entero limpiando…”. No seas de doble ánimo, no quieras hoy una cosa y mañana otra; determinate y escribí el final de tu problema, porque si no lo determinás vos, lo van a determinar los demás, y te terminarán manipulando.
3. Dejá ir. A veces en la vida, para resolver un problema o una crisis, tenemos que dejar ir, debemos cortar por lo sano. Tenemos que dejar ir situaciones, personas a las que estamos aferrados, maneras de pensar y de hacer las cosas, mandatos internos, estructuras detrás de las cuales escondemos mucho miedo. Dejá ir el orgullo, la bronca, los enojos, las estructuras y los mandatos, porque si no los soltás, vas a seguir aferrado al problema.
Ponele límites a tu dolor, ponele límites a tu crisis. Determinate y tomá una decisión. No tengas miedo, de lo que pueda pasar, porque los problemas que lleguen a tu vida nunca van a ser más grandes que el potencial y la capacidad que hay dentro de vos.