Identifican en Tucumán a represores del centro de detención el Arsenal
“Para qué van a rezar, si se van todos al infierno”, le contestó el Padre Pepe , en 1976, cuando él le pidió que hiciera rezar a los prisioneros del Arsenal. Osvaldo El Chaqueño Pérez, sobreviviente de ese campo de concentración, contó este incidente al testimoniar casi siete horas, el jueves último, en el juicio oral por los crímenes de lesa humanidad presuntamente cometidos allí y en la Jefatura de Policía de Tucumán.
“Padre Pepe”, dijo Pérez, le llamaban los gendarmes que custodiaban el lugar, pero por boca de otros cautivos supo que se trataba del cura José Mijalchyk, uno de los 41 acusados en este proceso.
El testigo, un ex estudiante de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Tucumán y ex militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), de 60 años, también identificó como sus captores, guardianes o torturadores a una decena de los imputados.
Uno de ellos es el escribano Juan Carlos Benedicto, a quien Pérez relató que conoció primero como “Juanca” y luego escuchó que le llamaban “Benedicto” o “Escribano”. Según el testigo, “integraba la patota” de secuestradores, lo llevó a él a “marcar” la casa de una pareja de sus compañeros y, junto con otro represor, violó a una prisionera.
Otro de los señalados por Pérez como miembro de “la patota” es Francisco López Guerrero, ex personal civil del Ejército. En el Arsenal, indicó Pérez, le decían “El Cabezón” o “Humberto”, pero él mismo le reveló su verdadero nombre al custodiarlo hasta el Chaco para dejarlo en libertad y entregarlo a sus padres.
Otros sentados en el banquillo mencionados por el testigo son los militares Luis Varela y Fernando Torres, ambos ex oficiales del destacamento 142 de Inteligencia del Ejército. El primero era conocido en el campo por su apellido real o como “Vargas” o “Naso”.
Los demás identificados son todos ex gendarmes: Benito Palomo, alias “García”, Marcelo Omar Godoy, alias “Indio”, Ernesto Rivero, alias “Isidro”, Tomás Güemes, alias “Moreno”, Alberto Montes de Oca y Celso Barraza.
En los 404 días que estuvo cautivo, primero en el Chaco, luego en centro clandestino de detención tucumano conocido como El Reformatorio, y más tarde en el Arsenal, Pérez dijo que conoció o se reencontró con decenas de prisioneros, muchos de ellos desaparecidos, cuyos nombres o apodos recordó.
Entre otros, mencionó a su propia novia, Susana Leoni Auad, el senador provincial Damián Márquez, Adolfo Méndez, la familia Rondoletto, Luis Falú, Trini Iramain, Enrique “Villita” Sánchez, Leandro Fote, Armando Archetti, Anabel y Germán Cantos y Gustavo Fochi.
“El Chaqueño” reconoció que le “arrancaron” mediante la tortura “números de casas, nombres, números de teléfono”.
“Livianamente se dice que cantó o que entregó , pero no se tiene en cuenta que había una mecánica para destruir al ser humano, que nos desarmaban, que no había posibilidad de resistir y que todos tenemos nuestros límites”, se lamentó al declarar ante los jueces.