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Pintando al Perro Fernando
Jueves, 23 de mayo de 2013
Arte, pintura, visitas guiadas y música en vivo para rememorar al Perro Fernando
Durante cuatro días, la fundación El Fogón de los Arrieros abrirá sus cálidas puertas para recibir y albergar, como en tantas antiguas noches, a la memoria del mítico amigo de cuatro patas de la ciudad de Resistencia: el Perro Fernando. Habrá artistas pintando en vivo, visitas guiadas a escuelas primarias y música en vivo en conmemoración de los 50 años del fallecimiento de la queridísima mascota de Resistencia.



A 50 años del fallecimiento de nuestro canino amante de la buena música, El Fogón de los Arrieros rememorará sus andanzas, aventuras, amores y anécdotas mano a mano con jóvenes pintores que durante cuatro días producirán obra en el Fogón recordando a nuestra querida mascota.

Los artistas plásticos Luciano Acosta, David Abt, Cinthia Rched, Isabel Bruniard y Kelly Saucedo se reunirán del sábado 25 al martes 28, desde las 14, en el salón de la gran casa para producir obra, en contacto estrecho con los visitantes y curiosos que se acerquen a esta casa de puertas abiertas.

La música llegará por la noche del sábado de la mano de The Tree Stooges (chiflados por el jazz), quienes traerán una propuesta musical donde el jazz será protagonista.

El domingo 26, a las 18, además de los artistas pintando en vivo, el artista digital Augusto Zalazar realizara una intervención visual en las paredes del patio trasero.

Las actividades culminarán el día del 50 aniversario de la muerte del Perro Fernando, martes 28, a las 21, en la vereda del Fogón, donde se descubrirá la última placa conmemorativa de la posta Tras La Huella de Fernando, por parte de la Municipalidad de la ciudad.

Los oradores serán el periodista cultural Marcelo Nieto, quien compartirá unas palabras sobre su magnífica historia a los presentes, y la médica veterinaria Marilyn Andreau.

Se invita especialmente a la comunidad resistente que guarda el recuerdo vivo de Fernando, con el deseo que en su mayoría engalanen el homenaje los niños y perros de la ciudad, como así también se invita a quienes deseen aprovechar la oportunidad para dejar algún recuerdo o carta para el querido amigo canino.

La noche perruna continuará en el calor de la casa de El Fogón de los Arrieros, donde se realizará la exposición y venta de las obras producidas por los artistas, sumado a las delicias del bar y música en vivo.

FERNANDO, UN PERRO

FANTÁSTICO PERO DE VERDAD

Durante los años '50, caminó por las calles de nuestra ciudad, un "ciudadano", que con el tiempo se convertiría en un uno de los seres más queridos de nuestra ciudad, sentimiento que persiste hasta el día de hoy. Este particular ciudadano no provenía de una provincia, ni mucho menos de un país extranjero, así como tampoco hablaba ni vestía raro, todo lo contrario, era tan chaqueño y el único idioma que sabía expresar era el de la solidaridad.

Dicen que su primer amigo fue un cantante de boleros que un día recaló en la ciudad y se llamaba Fernando Ortiz, por quien se atribuye su nombre.

Este alegre perrito se ganó la admiración y el amor de todo un pueblo por su excepcional oído musical. No había fiesta de casamiento, cumpleaños, carnaval o concierto al que Fernando no entrara para sentarse junto a las orquestas, o a los solistas, y darles su aprobación meneando la cola o, tras parar las orejas ante el más mínimo furcio, soltar gruñidos y hasta aullidos desaprobatorios. Y en las navidades su presencia en una casa era siempre buena señal.

Era fama que jamás se equivocaba, y los mismos músicos solían aceptar que, en el momento señalado por Fernando, en efecto habían pifiado una nota. Lo que los oídos humanos no advertían, el perrito, implacable, lo denunciaba. Y no había músico que se atreviera a impedir su entrada ni a expulsarlo, porque toda la ciudad confiaba ciegamente en su oído.

En la Navidad del ‘57, visitó Resistencia un famosísimo pianista polaco, de apellido Paderewsky. Ofreció un concierto único en el Cine Teatro Sep, el más importante de la ciudad, la sala estaba repleta y Fernando se acomodó bajo el piano de cola (los organizadores siempre explicaban a los músicos visitantes la ineludible presencia del perrito) y a la vista de más de mil personas se diría que Paderewsky y él comenzaron el concierto.

Nunca se olvidara la impresión de aquel público cuando, en medio de una sonata de Beethoven, de pronto Fernando se puso de pie alzando las orejas y soltó un gruñido. Pareció que el mundo se detenía, pero Paderewsky, todo un profesional, siguió como si nada. Sin embargo, hacia el final del concierto, nuevamente el perrito sacudió las orejas y miró fijo al pianista como diciéndole oiga, la está pifiando. Entonces Paderewsky, con europea elegancia, detuvo sus manos, miró al perrito y le dijo, en duro castellano: “Tiene razón, equivoqué dos veces”. E hizo un dacapo y repitió la sonata, que le salió perfecta. El concierto acabó con una ovación, un par de bises y el discreto mutis de Fernando, que, se dijo después, tenía esa noche dos casamientos y un cumpleaños de quince.

Todos lo conocieron y lo adoptaron, como a un hijo, desde el mozo del Bar La Estrella, quien le servía su diaria comida, hasta el Gerente del Banco Nación, con quien desayunaba café con leche con medialunas. No nos podemos olvidar de aquellos vagabundos, con a quienes les hacía compañía en esas largas noches invernales, tampoco de aquellos niños, hoy en día ya personas grandes, que compartían, jugaban y se divertían con él, que fue un simple perro callejero, que nos enseño lo que es la humildad, la solidaridad y el cooperativismo.

Cuando Fernando murió, toda la ciudad lo lloró desgarrada. Fue enterrado en la vereda del patio delantero de El Fogón de los Arrieros, bajo una escultura de Víctor Marchesse. Miles de personas cubrieron la calle, las veredas y los balcones hasta más allá de las dos esquinas. Toda la ciudad estaba allí, despidiendo a su perrito.

En la ciudad de Resistencia, existen dos esculturas elaboradas con el corazón y con el mero fin de no olvidar a este pequeño ser que caminó por nuestras calles. Una de esas esculturas se encuentra en la esquina de la Casa de Gobierno, en Avenida 25 de Mayo y Mitre; la otra resguarda su eterna tumba en el umbral del Fogón de los Arrieros - Brown 350-, bajo la escultura hecha en su honor.

Después, cuando se constituyó en mito y en bronce, escribieron un libro sobre él, le dedicaron innumerables notas, Alberto Cortés creó una canción que lo recuerda y se creó incluso una obra de títeres con esta increíble historia que recorrió salas de teatro de Resistencia y algunas escuelas.


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