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Alejandra Stamateas
Martes, 4 de julio de 2017
Me cuesta controlar mi carácter
Nuestro carácter se va formando —o deformando— a partir de las experiencias de nuestra vida. Repetimos lo que creemos que nos hace bien o lo que nos da resultado. Por ejemplo, gritamos o lloramos para evitar que nos critiquen. Pero a veces pagamos un alto precio por reaccionar de ciertas maneras. En ocasiones, por reaccionar con bronca o con enojo, impulsivamente, el precio es quedarte con culpa. Otra posibilidad es que después de reaccionar mal, sientas vergüenza y decidas alejarte de esa persona o de ese lugar donde te vieron reaccionar así.

Las emociones no son buenas ni malas, lo que tenemos que aprender a evaluar es si nuestra conducta o emoción al enfrentar determinadas circunstancias es funcional (opera a mi favor) o disfuncional (opera en mi contra).

Veamos dos tips para transformar nuestras emociones en emociones funcionales:

1. Pedir ayuda a otra persona. Tenés que buscar una persona que te quiera mucho y pedirle que te marque cuando reacciones de una manera que después te vas a arrepentir. La función de esa persona no es retarte, sino marcarte el momento en que reaccionaste de manera negativa, para que puedas cambiar.

2. Pensar en la próxima. Cuando reaccionaste de manera disfuncional y te quedaste triste o con bronca, pensá en la próxima vez. Por ejemplo, te invitaron a una fiesta, pero en lugar de divertirte, te quedaste sola en un rincón. Cuando llegás a tu casa, te enojás con vos misma por haber actuado así. Es en ese momento cuando tenés que pensar en cómo te gustaría que sea la próxima vez que te inviten a una fiesta. Podés pensar, por ejemplo: “Esta vez no me divertí, pero la próxima vez estaré alegre, conoceré gente y bailaré toda la noche”. Siempre va a haber una segunda vez, y tenés que empezar a imaginar cómo querés que sea. Así irás abandonado tu manera automática de reaccionar y te darás la oportunidad de hacer las cosas de otra manera.

Hay situaciones que hasta ahora te han llevado a reaccionar impulsivamente, pero el desafío es que aprendas a usar tus emociones en el momento y el lugar exacto, a enojarte cuando realmente te tengas que enojar, a callar cuando corresponda que te calles, porque eso no te traerá culpa o vergüenza, sino resultados buenos para tu vida. No esperes más, determinate a modificar tus actitudes, porque habrá una nueva oportunidad para vos ¡y esa próxima vez será diferente!


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