En momentos en que el Gobierno Nacional y las Provincias alcanzaron los acuerdos que comenzaron a plasmarse en el Congreso de la Nación, con el objetivo de poner en marcha un país desarticulado por el populismo kirchnerista, veo con pesar que algunos sectores sigan estancados en el pasado y recurran a la mentira para intentar confundir a la sociedad, no sé con que oscuras intenciones.
No es mi costumbre confrontar con adversarios políticos, mucho menos buscar espacios en los medios con temas intrascendentes, pero me veo en la obligación, como chaqueño, como dirigente de la UCR y como funcionario nacional, de aclarar que las declaraciones que se le atribuyen al intendente Capitanich sobre las redes domiciliarias de gas, son falaces. Y digo que se le atribuyen porque me cuesta creer que un dirigente justicialista de esa envergadura mienta tan descaradamente.
Es que el gasoducto que Cambiemos está terminando, es el mismo que proyectó el gobierno de Néstor Kirchner y que no contempló las redes de distribución ni la conexión a los parques industriales. El propio gobernador Peppo ya reconoció este punto y se reunió con la empresa que mantiene la concesión, otorgada por el menemismo en los 90, quien debe construir tales redes.
Como si eso fuera poco, la irresponsabilidad de la gestión anterior llegó al punto de encarar una obra de más de u$s 1.500 millones sin realizar un estudio de factibilidad como para determinar la demanda concreta que deberá satisfacer. Estudio que el propio Peppo ha encomendado recientemente.
Estos son temas que Capitanich conoce muy bien, porque fue senador nacional en los años en que todo se privatizaba, fue Jefe de Gabinete de dos gobiernos peronistas diferentes y dos veces Gobernador del Chaco, por eso me cuesta creer que haya asegurado que “no vamos a tener redes domiciliarias porque Macri las vetó”. Porque en realidad, el Presidente tomó la decisión política de realizar las obras que no se hicieron nunca en el norte argentino, porque ordenó que las obras se concluyan de la mejor manera y que funcionen, aún aquellas sospechadas de corrupción.
Por Víctor Zimmermann. Coordinador Regional del Plan Belgrano