Muchos afirman: “No soporto la realidad en la que vivo”, pero la pregunta es: ¿podemos cambiar esa realidad? Algunas personas responderán que sí, sin embargo, a pesar de asegurar que pueden —¡y sin duda pueden!—, deciden no activarse para cambiar su situación. ¿Por qué nos detenemos cuando tenemos un sueño?, ¿por qué desistimos del cambio? Veamos:
En primer lugar, muchas veces nos detenemos porque tenemos una motivación corta, es decir, buscamos un objetivo, pero queremos que sea rápido y fácil, que no nos traiga inconvenientes. Entonces, apenas aparece la primera complicación, abandonamos. Lo cierto es que no tenemos que buscar la comodidad, sino el cumplimiento del objetivo. Debemos concentrarnos en la meta que tenemos en mente y no en la incomodidad que su cumplimiento nos pueda generar.
n segundo lugar, a veces no alcanzamos nuestra meta porque nos prometemos desde la frustración y no desde el deseo. Por ejemplo, decimos: “Bueno, lo voy a intentar, pero ya lo intenté tantas veces y nunca me dio resultado…”.
Eso es prometerse algo desde la frustración y no desde el deseo. El problema de prometernos desde la frustración es que nos anticipamos al fracaso: por más que nuestra boca diga una cosa, nuestra mente ya da por seguro el fracaso. Cada vez que decimos frases como “sé que me va a ir mal, pero igual lo voy a intentar” o “no va a funcionar, pero bueno, pruebo una vez más”, nuestro nivel de confianza desciende.
La confianza se enfoca en obtener el resultado, por eso es tan importante que hagas ese cambio que decidiste con esperanza. Andá detrás de tu meta pase lo que pase, con todas las fuerzas de tu corazón, y no pensando las veces que fracasaste anteriormente. Si en otro tiempo no te salió, no importa, hoy es una nueva oportunidad, y esta nueva oportunidad traerá estrategias nuevas. Vas a llegar a la cima, vas a logar cambiar la realidad en la que vivís, pero esto solo ocurrirá cuando te determines a no abandonar a mitad de camino.