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Alejandra Stamateas
Jueves, 4 de enero de 2018
No sé por qué soporto tanto
¿Sos una mujer “soportadora”, que no puede poner un límite? “Soportar” implica someter nuestro deseo. Podemos soportar algo para obtener un bien mayor —por ejemplo, soportamos a un jefe porque necesitamos el empleo— o podemos hacerlo simplemente por tener una actitud infantil. Hoy quiero hablarte de este último caso.

¿Oíste hablar de “la parálisis del conejo”? Este síndrome hace referencia a la actitud de los conejos cuando cruzan la ruta en el momento que viene un vehículo de frente y con las luces los encandilan: en lugar de correr o huir, estos animalitos se paralizan, razón por la cual terminan siendo atropellados. Esto es lo que les ocurre a muchas mujeres: cuando están frente a determinadas personas sienten que se les vienen un camión con luces por encima, que las va a aplastar, y que ellas no pueden hacer nada frente a eso.

Hay mucha gente que soporta y soporta por miedo a ser rechazada o maltratada. Existen otras mujeres que siempre se sienten en deuda, entonces soportan sin decir nada, porque creen que de esta manera están pagando esa deuda que termina siendo eterna. También hay mujeres que aguantan todo por omnipotencia, ya que creen que ellas no tienen límite y lo pueden todo. Otras personas aguantan porque sienten que se deben mostrar fuertes delante de los demás.

¿Cómo hacemos para poner un límite y decir que no cuando alguien nos carga con un peso que no queremos ni soportamos llevar? Veamos:

1. Tenemos que reconocer cuál es nuestro deseo o nuestra necesidad. Esta suele ser una tarea difícil para nosotras, ya que fuimos educadas para reconocer rápidamente qué necesitaba el otro y no para darle importancia a nuestras necesidades o deseos.

2. Luego de identificar cuál es nuestro deseo, necesitamos determinar si queremos o no hacer lo que el otro nos pide. Una buena técnica que podés implementar es tomarte un tiempo para dar una respuesta y decir: “Dejame pensar. Te contesto mañana”. De esta manera, podés pensar si realmente querés hacer lo que te pidieron y así no arrepentirte de dar una contestación apresurada.

A veces fantaseamos con lo que el otro podría pensar o decir si le respondemos que no, y entonces, nos ponemos en su lugar y contestamos que sí. Es importante que puedas ponerte en tu lugar, de lo contrario, después te sentirás amargada, frustrada, angustiada. Cuando conocés cuál es tu propósito, hacia dónde vas en la vida, y cuáles son tus tiempos, podrás decir “No” con una sonrisa y firmeza, sabiendo que nadie se va a morir por eso.


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