Miércoles, 25 de Diciembre de 2024
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Alberto Medina Mendez.
Lunes, 2 de julio de 2018
Un horizonte esperanzador aunque algo voluntarista
Un gran acuerdo nacional para reducir el déficit.



Desde el Gobierno Nacional confían en que un consenso amplio e inteligente con las provincias permitiría gestar un presupuesto razonable para el 2019, que haga creíbles esas metas sobre las que pesa tanto escepticismo.

Los funcionarios ya han recibido precisas instrucciones del Presidente para iniciar conversaciones con Gobernadores y legisladores nacionales de todos los partidos. La tarea consiste en acordar las bases de un esfuerzo compartido que posibilite, en el corto plazo, disminuir el desfasaje fiscal.

A priori, todo hace pensar que esa será una labor relativamente sencilla con los “amigos” del oficialismo nacional pero mucho más complicada, con los denominados opositores, en especial con los que tienen la responsabilidad de conducir políticamente y administrar las finanzas provinciales.

Durante estas semanas comenzarán a concretarse una secuencia de encuentros bilaterales entre algunos Gobernadores acompañados de sus equipos técnicos y los negociadores del Poder Ejecutivo Nacional. La idea general es que se puedan lograr, al menos, ciertos acuerdos parciales.

Es imposible estar en contra de esta dinámica de conformar mesas de diálogo federales. Debería ser esta la lógica habitual para avanzar no solo en este tipo de temas sino en todos aquellos que tienen un alto impacto.

Los Gobernadores del nordeste tendrán así su oportunidad de manifestarse y explayarse al respecto, de poner los puntos sobre las íes y defender sus visiones. Sin embargo, al menos hasta ahora, no han sido demasiado explícitos y solo se conocen algunas escuetas declaraciones mediáticas.

En este intrincado escenario, todas las partes solo hablan de la necesidad de compartir sacrificios y que no sea solo un distrito, la Nación o las provincias, el que tenga que hacer los deberes y ajustarse el cinturón.

Dicen que todos los temas estarán en discusión. Sin embargo muchos desconfían de que eso es solo un mero discurso vació, ya que ciertas “vacas sagradas” seguirán figurando en la nómina de asuntos intocables.

Las provincias de esta parte del país, saben muy bien que existen razones políticas y económicas para que se siga insistiendo en subsidiar a aquellas jurisdicciones de mayor caudal electoral y ese sí que puede ser un punto sensible de discrepancia relevante en las conversaciones que se vienen.

Existe una sólida presunción de que los Gobernadores opositores pondrán mucha resistencia planteando duras condiciones y en ese contexto los mandatarios del Chaco y Formosa podrían ser los más difíciles exponentes.

Más allá de los prejuicios, las suposiciones y lo que pueda imaginarse en la previa, la duda que finalmente todos tienen es que pretende exactamente la Nación a la hora de que las provincias reduzcan sus gastos de rutina.

Seguramente cada Gobernador ya tendrá su estrategia suficientemente definida y le propondrá, en base a ello, una lista de ítems específicos sobre los que actuarán para disminuir el desbordado e indisimulable gasto estatal.

Algunas versiones afirman que las exigencias más bravas pasarán por recortar las partidas de las obras públicas prometidas y anunciadas replanteando totalmente las vías de financiamiento originalmente previstas.

Dicen que ya se han escrito borradores con montos, proyectos y posibilidades novedosas para que los recursos no provengan solo del erario nacional y que tampoco las provincias deban hacerse cargo de todo.

Las herramientas para resolver este dilema están previstas, pero muchos mandatarios creen que este cambio de táctica generará enorme dilaciones, que traerán consigo promesas incumplidas y el consiguiente costo político.

Otra línea de acción pretendida es tratar de lograr una mayor coordinación operativa en áreas donde actualmente se superponen recursos y acciones, que producen evidentes desperdicios de dinero y también de energías.

En ese particular mapa, el norte argentino ofrece un panorama muy especial. Sigue siendo la región más desfavorecida en muchos aspectos y sus indicadores sociales generales no son precisamente de los mejores.

Algunas provincias como el Chaco tienen severos problemas para encuadrar sus números, situación que viene de larga data y que no ha encontrado, a la fecha, las soluciones de fondo que realmente resultan imprescindibles.

Queda claro que Corrientes está económica y financieramente mucho más “ordenada” que sus vecinos, y que su alineamiento político parece una ventaja pero es importante entender que eso no impedirá que se deban acomodar ciertas variables para estar en sintonía con la impronta nacional.

A estas alturas lo que resulta vital es comprender que los gigantescos desvíos actuales de las cuentas públicas deben ser encarados de una vez por todas. No hacerlo trae consigo inevitables consecuencias tan indeseables como las que algunos imaginan que se derivan de hacerlas.

Los gobernantes de la región tienen por delante una tarea colosal en estas negociaciones y una gran responsabilidad para conseguir que se conjuguen un equilibrio sustentable de largo plazo y un achicamiento significativo de los presupuestos locales que merecen ser revisados y cuestionados.


Alberto Medina Méndez

amedinamendez@gmail.com

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