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Gerardo Roberto Martínez
Jueves, 27 de junio de 2013
Otro aniversario de una violación a la Constituciòn
Se cumplen este 28 de junio 47 años del Golpe de Estado que derrocara al Presidente Constitucional de la Nación Dr. Arturo Umberto Illia.

Cierto es que en las elecciones presidenciales de 1963 Illia llegó con pocos votos (23%), con el radicalismo dividido, con el 21% de votos en blanco, en una sociedad donde el peronismo estaba proscripto y con Perón en el exilio.

Cierto es que Illia avanzaba hacia la apertura y habilitación del
peronismo proscripto: a cinco días de asumir el gobierno se realizó un
acto conmemorativo por el 17 de octubre “Día de la lealtad” en Plaza
Miserere sin limitación alguna; en las elecciones legislativas de 1965
fue notorio el crecimiento electoral de las fuerzas peronistas.

Durante su gestión se sancionó la Ley de Medicamentos que golpeó
duramente a los laboratorios transnacionales; se anularon los
contratos petroleros firmados por Frondizi; se sancionó la Ley de
Salario Mínimo, Vital y Móvil; destinó el mayor presupuesto de la
historia democrática argentina a Educación, solamente superado por el
presupuesto actual. Intentó avanzar sobre la Anulación de los Gastos
Reservados, la Austeridad Republicana, la Vigencia del Derecho de
Huelga. También rechazó el pedido del banquero norteamericano David
Rockefeller, quien pretendía exenciones legales para instalar en el
país una sucursal del banco Chase Manhattan.

Durante el gobierno de Illia la Asamblea General de Naciones Unidas
aceptó la posición de la Argentina sobre las Islas Malvinas e Islas
del Atlántico Sur, al considerarla como territorio bajo status
colonial y recomendar a nuestro país y a Gran Bretaña iniciar
negociaciones sobre el proceso de descolonización.
Tampoco hay que olvidar que su gabinete estuvo integrado por
golpistas: Carlos Alconada Aramburú fue Ministro de Educación y
Justicia, Ministro de Relaciones Exteriores fue Miguel Ángel Zavala
Ortiz, ambos integraron los comandos civiles que atentaron contra el
gobierno de Perón.

No fue fácil su paso por el gobierno, con su partido dividido, la
presión constante de las Fuerzas Armadas y el disgusto de importantes
sectores del establishment, el poder financiero y el empresariado,
como la Unión Industrial Argentina y la Sociedad Rural. En las calles
se realizaban marchas con carteles que pedían “Basta Illia”.

Pero también es cierto que el golpe fue preparado con antelación por
los mismos golpistas de siempre. La campaña de desprestigio contra
Illia y la democracia –como la que soportaron Yrigoyen y Perón– se
realizó de manera sistemática, utilizando a periodistas y medios de
prensa, como Mariano Grondona (autor de los comunicados golpistas y
que pocos años atrás pusiera en duda la continuidad del gobierno de
CFK), Bernardo Neustadt y Mariano Montemayor. El general Julio
Alsogaray, que ingresó a la Casa Rosada, participo en el golpe de 1951
que intentó derrocar a Perón.

No faltaron civiles entre los promotores del golpe, como Nicanor Costa
Méndez (canciller de Galtieri durante la guerra de Malvinas) y Álvaro
Alsogaray, ligados al proyecto neoliberal que años después encabezaría
Adalberto Krieger Vasena al frente del Ministerio de Economía.
Entre los integrantes de la Junta Militar que designaría a Juan Carlos
Onganía en la Presidencia de la Nación estaba el almirante Benigno
Varela (los días previos al golpe le había declarado personalmente su
lealtad a Illia) y el brigadier mayor Adolfo Teodoro Álvarez
(reivindico el golpe de estado contra Perón). Al Congreso de la Nación
llegaba el interventor, coronel Felipe Gerardo José Mazzini, quien
decidía echar por tierra todo lo que tuviera algo que ver con la
política y los partidos políticos. Desaparecieron y se quemaron
libros, se borraron los diarios de Sesiones, se procedió incluso a
disolver los Cuerpos de Taquígrafos.

A menos de un mes del derrocamiento de Illia la violencia se desató en
los claustros universitarios originando la famosa y triste "noche de
los bastones largos", donde estudiantes, profesores y autoridades
universitarias fueron sacados a golpes de sus aulas, mientras se
clausuraban las Facultades. En septiembre la "revolución argentina"
anotaría su primer muerto: el estudiante Santiago Pampillón en
Córdoba.

La historia no se repite, pero muestra hechos que si no se aprenden,
se corre el riesgo de repetirlos.
Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza (Chaco); 28 de junio de 2013


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