Iluminamos nuestra acción y compromiso de compartir talentos, tiempo y dinero con palabras del PP Francisco, para formarnos en una conciencia solidaria y ética en el uso de los bienes. Sus expresiones son muy actuales y comprometen a pensar en el bien común de todos, sea a nivel personal, que a nivel social y comunitario.
1. No a una economía de la exclusión En el n. 53 de la Exhortación EvangeliiGaudium afirma:Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve.(…)
2. No a la nueva idolatría del dinero Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, porque aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis de nuestra visión humana: ¡se niega la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Éxodo 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en endiosar el dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación humanitaria que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo(EvangeliiGaudium 55).
3. No a un dinero que gobierna en lugar de servir Detrás esta actitud se esconde el rechazo de la ética y el rechazo de Dios. La ética suele ser mirada con cierto desprecio burlón. Se considera contraproducente, demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una amenaza, pues condena la manipulación y la degradación de la persona. En definitiva, la ética lleva a un Dios que espera una respuesta comprometida que está fuera de las categorías del mercado. Para éstas, si son absolutizadas, Dios es incontrolable, inmanejable, incluso peligroso, por llamar al ser humano a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud. La ética —una ética no ideologizada— permite crear un equilibrio y un orden social más humano. En este sentido, animo a expertos financieros y gobernantes de los países a considerar las palabras de un sabio de la antigüedad: «No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos» (EvangleiiGaudium 57). ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Los exhorto a la solidaridad desinteresada y, a una vuelta de la economía y de las finanzas a una ética en favor del ser humano (EvangleiiGaudium 58).
Con la Colecta anual para la obra evangelizadora testimoniamos nuestra comunión y el espíritu de solidaridad para construir juntos una sociedad más justa, digna e inclusiva.
Ramón Alfredo Dus. Arzobispo de Resistencia, Chaco.