Hace unas horas se confirmó uno de los anuncios que el Gobierno Nacional había dejado trascender este primer fin de semana de septiembre: la eliminación del Ministerio de Salud de la Nación, al cual se le otorgará el rango inferior de Secretaría, dependiendo ahora del Ministerio de Desarrollo Social nacional.
Esta decisión - que sólo las dictaduras tomaron anteriormente – se manifiesta como un SÍNTOMA más dentro del SÍNDROME DE ANIQUILACIÓN de derechos humanos que está llevando adelante la Alianza gobernante del PRO - UCR Cambiemos en nuestro país. En ciencia se denomina SÍNDROME al conjunto de signos y síntomas que caracterizan a una enfermedad, condición de salud o entidad patológica.
En este caso, decimos que lo que sucede actualmente con la desaparición del Ministerio de Salud nacional es un síntoma esperable dentro de este SÍNDROME, este conjunto de manifestaciones que desde el 10 de diciembre de 2015 se viene desarrollando, no sólo en el Sector Salud, sino en todas las áreas del Estado, conformando uno de los ajustes más feroces que se hayan producido en nuestra historia.
Este “SÍNDROME” sanitario comenzó con SIGNOS que fueron algo solapados desde el principio: intervención de hospitales, despidos y cesantías de trabajadorxs de salud, subejecución de presupuestos en áreas de alta importancia, desmantelamiento de programas de prevención en el primer nivel de atención y desinversión, entre otros.
Pero tuvo su pico febril manifiesto con el desarrollo de la COBERTURA UNIVERSAL DE SALUD (CUS), estrategia pensada para reducir y eliminar prestaciones a lxs usuarixs y beneficiarixs de servicios de salud públicos, enmascarada en la figura de los “seguros públicos de salud”.
Esta estrategia sanitaria se definió para avanzar sobre una de las características más sobresalientes de nuestro sistema de salud: la GRATUIDAD, ya que estos seguros públicos son utilizados como herramientas que sólo garantizarán un paquete mínimo de prestaciones (esto en el nombre de la eficiencia y el costo/beneficio), dejando en manos de las provincias y eventualmente del bolsillo de lxs usuarixs el financiamiento de las prácticas no incluidas en dicha cobertura, abriendo el camino hacia procesos de descentralización, tercerización y privatización de servicios sanitarios. Con presiones y amenazas de desfinanciamiento a quienes no lo hicieran, el Ministerio de Salud de la Nación fue consiguiendo la adhesión de diversas provincias a la CUS (el Chaco fue una de las que adhirió).
Esta estrategia no deja de ser una “versión renovada” de los programas neoliberales focalizados de salud aplicados en la década de los 90, con un discurso más actual y moderado pero con la misma idea de fondo: aquel que quiera salud que la pague. Un segundo pico febril que reagudizó este síndrome fue la presentación del proyecto de ley de creación de la Agencia Nacional de Evaluación de Tecnología Sanitaria (AgNET) dentro del paquete de leyes de la Reforma Laboral enviada al Congreso Nacional este año.
Esta Agencia está definida en dicho proyecto como la entidad estatal encargada de evaluar qué medicamento, dispositivo o procedimiento será financiado por el sistema de salud (léase los subsectores público y de las obras sociales) y cuál no. El objetivo es claro: recortar las prestaciones financiadas por los dos subsectores y ceder al mercado privado el derecho a la salud de millones de personas.
Este proceso patológico tiene como últimas manifestaciones el despido de más trabajadorxs de hospitales y programas territoriales de salud mental, agravado por el nuevo recorte en la provisión de insumos, vacunas y medicamentos esenciales (HIV, Tuberculosis) y el desmantelamiento de programas vitales como el de Chagas y el de Salud Sexual y reproductiva. Si bien son conocidas sus falencias (la segmentación y la fragmentación) el sistema de salud argentino es único en el mundo por los valores que lo rigen: la UNIVERSALIDAD, la GRATUIDAD y la SOLIDARIDAD. Estos valores tienen su cimiento en el reconocimiento del derecho fundamental a la salud de todxs lxs individuxs que habitan nuestro país.
La lógica imperante en este proceso de desguace y ajuste que sufre el Estado argentino constituye el regreso del sistema a principios del Siglo XX, donde antes del Peronismo el acceso a la salud se regía por la lógica de la beneficencia y la caridad como instrumentos del “orden social”, para mantener el poder de unos pocos sobre la mayoría, y desconociendo al otrx como sujetx de derechos. Basta ver cuántas ONG’s y fundaciones han proliferado y cobrado importancia en estos días para entender la lógica filantrópica.
Con tristeza, evidenciamos que este síndrome acarrea consecuencias graves y asistimos a uno de los retrocesos más grandes en materia de salud que puede haber sufrido nuestro país. Sin una salud concebida desde la integralidad y la solidaridad, para todos, todas y todes, es imposible concebir el desarrollo pleno, igualitario e inclusivo de las personas que habitan el territorio. Defender el Sistema de Salud es hoy un IMPERATIVO. No existe AUTONOMÍA SIN DIGNIDAD, NO HAY DIGNIDAD SIN SALUD.
Como integrante de Mujeres Peronistas con Cristina, como militante y trabajadora sanitaria #DefiendoLaSaludPublica.