Ante esta nueva crisis que vivimos, cabe la pregunta si no sería hora de aceptar que ideológicamente, tanto la izquierda como la derecha han fracasado, y es momento de retomar la senda de la Tercera Posición Justicialista.
Hace más de 70 años nacía una doctrina basada en la doctrina social de la Iglesia, que en ese entonces estaba adelantada a su tiempo –y aún lo está- y nos indicaba el camino: “Ni izquierdas ni derechas, ni yanquis ni marxistas. Somos Tercera Posición, estamos por encima de las izquierdas y derechas”.
Hoy la derecha ha fracasado en el planeta, porque su objetivo principal es lograr el éxito a través de la libre acumulación de bienes materiales, sin importar el modo de hacerlo, sin controles ni límites. Esto causa inequidad, autoritarismo y corrupción, y da nacimiento a tensiones que desgarran el tejido social.
También la izquierda fracasó. Porque su objetivo principal es llegar al éxito a través de la equitativa distribución de los bienes materiales, y la impericia de los funcionarios en la intervención del Estado provoca peores tensiones que las anteriores, cayendo también en el autoritarismo, la corrupción y la impunidad. Y no falta el caso que en la distribución entre iguales haya alguno “más igual que otro”.
Ambas ideologías fracasan porque toman como base de su objetivo estratégico los bienes materiales, imponiéndonos a la sociedad, que el manejo la economía es el objetivo estratégico excluyente.
Nuestros objetivos estratégicos no se basan en los bienes materiales, sino en una armonía entre bienes materiales y espirituales.
Respecto de la izquierda, propugna la lucha de clases; la derecha la dominación de una clase por otra.
La Tercera Posición Justicialista, predica la integración de clases en una Comunidad Organizada.
Nosotros creemos en dos objetivos estratégicos:
La grandeza de la Patria, y la felicidad del Pueblo.
Nosotros no perseguimos el éxito. Aspiramos al triunfo, que es la posibilidad de realizarnos como personas, viviendo en familia, e integrando una comunidad organizada.
Esto es en síntesis la felicidad del pueblo: La posibilidad de realizarnos como personas.
Porque exitoso puede ser cualquiera, pero triunfar conlleva además el hecho de saber que ese éxito fue gracias al trabajo, al estudio y al esfuerzo de la persona humana, o del equipo que integra, de modo que siente la satisfacción de saber que fue gracias a su trabajo o el del equipo, que se lograron las metas que se fijaron.
Para la doctrina Justicialista existen tres instrumentos tácticos que utilizamos para cumplir los objetivos estratégicos.
La Política: donde se realiza el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad.
La Economía: Mediante la cual se realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía, y ésta al servicio del bienestar social.
La Justicia Social: que da a cada persona su derecho en función social.
El otro gran objetivo estratégico es la grandeza de la patria.
Y a la Patria la hacemos grande y mejor quienes vivimos en ella, siendo mejores nosotros mismos.
Mejores padres y mejores hijos, mejores trabajadores y mejores empresarios, en suma, a la Patria la hacemos grande siendo nosotros mismos mejores Argentinos.
Y eso sólo se logra utilizando la fuerza más poderosa que existe en el Universo: el Amor.
Amor a Dios, Amor a nuestra Familia y un profundo Amor a la Patria.
Respecto de la situación actual, quisiera volver a una de las herramientas tácticas que tenemos para lograr nuestros objetivos: la Economía.
Pero entendida como economía social, poniendo el capital al servicio de la economía, y ésta al servicio del bienestar social.
Hoy vemos que la hipocresía reina en los dos extremos ideológicos en nuestra Argentina.
La Izquierda como grupo minoritario proclama que se debe luchar por los “derechos” de una clase, y se olvidan de los derechos del resto de la sociedad y sobre todo olvidan que los derechos son una cara de la moneda, la otra cara es la responsabilidad.
Y la derecha proclama “libertad” sobre todo en el ámbito económico, pero cuando se afectan sus intereses, atacan de manera caníbal a la sociedad en la que viven, mediante la especulación, especialmente financiera, como vemos en los últimos días.
La República Argentina es, después de los Estados Unidos, el segundo país en emisión de dólares.
Si, digo bien, Dólares.
Porque si hubiese especulación con el azúcar, el precio puede aumentar, pero se compra azúcar. Y el azúcar se compra hasta que se acaba. No se “inventa” azúcar para vender.
En el caso del dólar, cuando una persona o empresa compra dólares, lo que en realidad hace es una operación de cambio.
Cambia pesos por dólares. Pero no recibe billetes “físicos”. Recibe un comprobante electrónico que dice que sus pesos se transformaron en dólares.
Las instituciones financieras que hacen la venta de dólares, no lo tienen en billetes “físicos”. Simplemente convierten los pesos en dólares y emiten un comprobante.
En criollo: Emiten dólares para vender.
Nuestra moneda debe ser defendida, y los dólares reales que existen deben emplearse para pagar las importaciones y los compromisos de deuda adquiridos, pero nunca para utilizarlos en la actual especulación financiera.
Actualmente se debe garantizar la libertad de los mercados, pero en nuestros términos, poniendo como límite que no se afecte la felicidad de las personas que viven en nuestra sociedad, prohibiendo a las instituciones financieras que vendan dólares que no tienen.
Es decir prohibirles la emisión dólares.
De un lado de esta lucha están las reservas del Banco Central, que se acumulan gracias al trabajo de todos los que vivimos en esta querida tierra, y del otro, una maquinaria de emisión ilegal e ilegítima de dólares en manos de instituciones financieras, fogoneada por especuladores.
Creo que está claro lo que debe hacerse: La política es la que debe gobernar la economía, y no al revés.
Cuando el poder económico es superior al político, se cae en una crisis de gobernabilidad por falta de poder, y la historia nos enseña que no se puede gobernar sin poder.