El miedo a morir y el miedo a que muera algún ser querido son universales, son sentimientos a los que ninguno de nosotros puede escapar. Nadie quiere perder a un ser querido, por eso, veamos algunos de los motivos por los que en ciertas ocasiones este miedo se hace mucho más fuerte:
Si ese ser querido es una persona mayor, un papá o una mamá de edad avanzada, tenemos miedo porque sabemos que en algún momento se va a morir. En este caso, lo que debemos hacer es disfrutar, pasar tiempo, compartir cosas con esa persona hasta el momento de su partida. También puede ocurrir que el miedo se deba a que la persona, aunque es joven, padece una enfermedad grave. Cuando esto ocurre, lo que tenemos que hacer para amenizar un poco ese temor es valorar el hecho de que aún tenemos a esa persona con nosotros y podemos compartir momentos con ella.
¿Pero qué pasa si ese ser querido no es una persona anciana, no está enfermo, pero de todas maneras, de manera obsesiva, nos viene la angustia de que podemos llegar a perderlo? Pensamos: “¿Qué haría yo si se muere mi marido, si se muere uno de mis hijos, si se muere mi mamá o mi papá?”, y entonces nos sobreviene la angustia, el temor. Ese miedo no está relacionado con la persona amada, sino que es un miedo respecto a nosotras mismas. ¿Por qué? Porque nos vemos débiles, y si el otro se va, aparece nuestra debilidad. Por ejemplo, si dependés económicamente de tus padres o de tu marido, pensás: “¿cómo me voy a sostener si mis padres no están?”, “¿cómo me voy a mantener si mi marido es el único que trabaja y trae el sustento para la familia?”. El temor ante la posibilidad de que esa persona ya no esté nos confronta con nuestra propia debilidad, ya sea en el aspecto económico, en lo afectivo o incluso en el ámbito social.
Cuando nos vemos débiles es porque le transferimos nuestra capacidad a esa persona que tememos que muera. Esta es la razón por la que sentimos que si se muere no vamos a poder seguir adelante. Supongamos que una mujer le entregó al marido su capacidad de manejar las finanzas. Al hacerlo, se quedó sin capacidad: no sabe abrir una cuenta corriente, cobrar un cheque o hacer un negocio. Entonces piensa: “Yo no tengo esa capacidad, la tiene él, y si él se va, ¡¿qué hago?!”.
Somos seres sociales, necesitamos estar rodeadas de otras personas para trabajar en equipo, pero una cosa es estar con gente y otra muy diferente es depender de la gente. Para lograr tus sueños no tenés que esperar que nadie te dé nada, vos sola tenés que encontrar la manera de alcanzarlos. Si alguien te acompaña, bienvenido, pero si no, no importa. Recordá: las personas un día van a estar y al otro no, un día van a apoyarte y al otro te pueden fallar, pero eso no te generará angustia si sabés quién sos y cuáles son tus capacidades.