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Por Jorge Capitanich
Lunes, 15 de octubre de 2018
El gasoducto: entre mitos y realidades
El gasoducto troncal y las redes secundarias fueron licitadas y financiadas con un modelo transparente, sin objeciones ni impugnaciones, abarcando 168 localidades beneficiadas de cuatro provincias argentinas que no tenían total o parcialmente abastecimiento de gas por redes domiciliarias. El sistema de provisión de gas estaba garantizado mediante un contrato de provisión con el Estado Plurinacional de Bolivia a un precio razonable con una tendencia creciente de abastecimiento hasta llegar a cerca de 28 millones diarios con un precio promedio de 5 dólares por millón de BTU, a través del yacimiento Margarita.


Las fases sucesivas fueron el acuerdo de abastecimiento de Bolivia, la concreción del gasoducto Juana Azurduy y la contratación de las obras del gasoducto troncal y las redes secundarias conjuntamente con las estaciones regasificadoras en las distintas localidades abastecidas. El financiamiento de las redes domiciliarias y los parques industriales fueron acordadas con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Andina de Fomento (CAF) mediante un sistema de tramos anuales de equivalente a 300 millones de dólares.

Por lo tanto, es falso afirmar que la conexión a los parques industriales no estaban previstos; como así también es falso afirmar que no contemplaba financiamiento por parte de los organismos internacionales para la conexión a las redes.

Como Jefe de Gabinete de Ministros suscribí los documentos respectivos para asignar las prioridades y los proyectos respectivos contemplando al mismo tiempo el diseño de los proyectos y la cooperación de GAS NEA en la realización de los estudios técnicos.

La decisión de Macri fue cortar el financiamiento internacional de la remodelación del Puerto de Barranqueras, de las redes domiciliarias y conexión a parques industriales, cortar el financiamiento de la conexión de 16 kilómetros al Puerto de Las Palmas y las 337 cuadras con dos espacios públicos al Municipio de Resistencia.

Que quede bien claro: las redes tenían financiamiento internacional programado para el gas y su distribución a parques industriales. Naturalmente, su ejecución era ulterior.



Algunas cuestiones que se repiten sin saber

Por último, quiero aclarar algunas cuestiones que algunos funcionarios repiten sin saber. Exportar gas a Chile sin valor agregado industrial es un retroceso, no un éxito para el país pues se logra mediante un aumento de las tarifas en 2000 por ciento, reducción de consumo doméstico, precio subsidiado de 7,5 dólares por millón de BTU a tres empresas nacionales asociados al gobierno y significa una transferencia de riqueza natural a manos de oligopolios nacionales para beneficiar a un país extranjero.

Vaca Muerta no constituye un éxito de este gobierno, cuando menos es la continuidad de un descubrimiento y tecnologías potenciadas con YPF recuperada como patrimonio de los argentinos, Por favor, dejen de repetir los argumentos de los explotadores, y dejen de sentirse orgullosos de ser explotados. Por una vez en sus respectivas vidas piensen, sólo piensen y reflexionen.

La decisión de Macri es no continuar con la obra para Misiones y Corrientes, tampoco resolver la obra de Salta y mucho menos comprar gas a Bolivia por una cuestión geopolítica e ideológica. El gasoducto siempre fue pensado como estrategia de abastecimiento desde el norte o desde el sur, por lo tanto, lo que importa es la provisión y el costo de la provisión para generar valor agregado industrial y más empleo genuino.

De nuevo: el precio de la energía en la República Argentina no puede ser dolarizado e indexado como ocurre actualmente, sino todo lo contrario, debe ser pesificado y desindexado. El precio del gas es clave pues constituye el 60 por ciento de la matriz energética del país, su precio es determinante para la cadena de valor y la estabilidad macroeconómica.

Si el precio de la energía es barato, entonces no se exporta energía para que se apropie el excedente estratégico empresas oligopólicas en detrimento del pueblo argentino en su conjunto. El precio barato implica aumento de los ingresos indirectos de las familias, incentivo a la industrialización y mejora del salario indirecto de los trabajadores. Y viceversa, cuando el precio es caro.

El precio de la energía para un país productor de gas convencional y no convencional debe ser costo de producción más un mark up derivado de costos asociados y rentabilidad de la inversión. El costo de producción puede ser de 1,8 dólares por millón de BTU en gas convencional, entre 2,4-2,8 para gas no convencional contra 2,3 en Estados Unidos. No podemos pagar 7,5 dólares a costa del usuario y del ajuste interminable.

El subsidio a la energía dicho por el FMI es 2200 dólares en Estados Unidos por habitante, 635 dólares es el promedio internacional y 435 dólares fue en Argentina en 2015. En todos los países del mundo el costo en términos del PIB alcanza 5 por ciento del PIB. China, Estados Unidos, Alemania y otros países aplican este modelo. Argentina lo rechaza.

Dejemos de copiar el discurso del centralismo porteño. Los chaqueños necesitamos gas financiado en redes domiciliarias, en parques industriales a precios competitivos para desarrollar industrias y para mejorar la calidad de vida de las familias.

Los empleados del gobierno nacional que cobran un sueldo para justificar todo este atropello deberían hacer una mea culpa, y los dirigentes de entidades económicas no pueden ser tan ingenuos para dejarse embaucar por los mismos personajes que en 2001 nos vendían espejitos de colores. Espejitos que compraron 14 años después más caros y más rotos.



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