¿Qué tan ordenada está tu casa? La “casa” representa ese espacio que te corresponde administrar, tu campo de acción, el lugar donde te movés. La “casa” puede ser tu cuerpo, tus sueños, tu lugar de trabajo, tus finanzas, etc. Ahora, te invito a pensar: ¿hay algún área de tu vida que esté desordenada? El área emocional, el área financiera, el área familiar, todos tenemos un área desordenada, porque hemos dejado el orden para más adelante. Muchos de nosotros posponemos tareas y decimos: “Mañana lo hago”, sin embargo el problema no es dejar algo para mañana, sino posponer sistemáticamente todo en nuestra vida.
En general, las personas que posponen sistemáticamente no toleran la frustración porque creen que si hacen algo mal las van a dejar de querer. Asocian el error con la falta de afecto, por lo que no lo incluyen dentro de sus vidas y constantemente buscan alejarse de él. Entonces, como no pueden frustrarse en ningún ámbito, cuando van a hacer algo evalúan si les va a salir bien de entrada, y si creen que no, lo dejan de lado inmediatamente. Los que están a su alrededor muchas veces piensan que esta mujer es indeterminada, pero en realidad tiene imposibilidad de hacer eso que quiere. Frente al riesgo de fracasar, dicen: “Mejor no hago nada”. Son personas muy inteligentes, muy creativas, muy capaces, pero que viven dando vueltas, evitando comprometerse, temiendo al error, creyendo que todo debe ser sencillo, y si no, “más vale no hacer nada”. Ahora bien, te invito a reflexionar: ¿qué estás postergando sistemáticamente en tu vida?, ¿qué cosas ya deberías haber hecho pero postergaste? Hay muchas razones para afirmar que necesitamos ordenarnos. En primer lugar, porque si no ponemos orden, esa área de nuestra vida que está desordenada se muere, no produce. En segundo lugar, porque la muerte no avisa. Un día no vamos a estar, pero otros nos seguirán y necesitarán de nuestro orden. Tercero, es importante que nos ordenemos para no dejarles problemas a nuestros hijos. A ellos tenemos que dejarles buena herencia, y no problemas o deudas. Al desorden hay muchas maneras de taparlo, por ejemplo, echándoles la culpa a los demás, haciendo cosas que no tenemos que hacer para mostrarnos ocupados o poniéndonos en lugar de víctimas. Sin embargo, nunca debemos tapar el desorden, porque si lo hacemos, no tendremos la posibilidad de mejorar, y tarde o temprano, deberemos hacernos cargo de ello. Por eso, ¡comencemos a ordenar!