La organización nacional abarcó un período extenso de 70 años entre la Revolución de Mayo hasta la convergencia de una Constitución Nacional aprobada por todos los argentinos, la denominación común de la República, la elección de la capital federal y un sistema de gobierno aceptado y reconocido por sus habitantes.
Obviamente, este extenso período institucional no estuvo exento de disputas fratricidas, luchas intestinas y enfrentamientos externos en el marco de la precariedad de los sistemas de defensa con el objeto de garantizar la independencia, la libertad, la autonomía y la soberanía de nuestro territorio.
Las disputas entre unitarios y federales aún permanecen vivas, aunque cualitativamente se expresa de modos diferentes y a través de este proceso histórico marcó una tensión por la apropiación de las rentas aduaneras y de correos (principal fuente de ingresos del estado en esa etapa institucional), la libre navegabilidad de los ríos interiores y la administración del comercio de bienes en el marco del ejercicio de las relaciones exteriores por parte de la Provincia de Buenos Aires.
En este contexto, durante el ejercicio del segundo período como gobernador de la provincia de Buenos Aires de Juan Manuel de Rosas entre 1835 y 1851 tuvo dos ataques externos: en 1838 usando como excusa la obligatoriedad de prestar servicios de armas de cinco franceses radicados en Buenos Aires el Almirante Leblanc impone el bloqueo al puerto, cuestión que se agrava con la invasión a la Isla Martín García en connivencia con Fructuoso Rivera (Jefe de Gobierno Uruguayo) y la Comisión Argentina (gobierno unitario en el exilio). Y en 1845, más precisamente el 20 de Noviembre con el ataque de la flota más poderosa del mundo (la anglofrancesa).
El tratado Mackau-Arana pone fin a la primera intervención estableciendo que los franceses residentes en nuestro país no tienen obligación de prestar el servicio de armas y asimismo serán indemnizados aquellos que hayan sido perjudicados por esta cuestión. Francia levanta el bloqueo y devuelve la Isla Martín García. Rosas, defendió la soberanía rechazando toda imposición de tipo colonialista.
Los tratados con Inglaterra denominado Arana-Southern (24/11/1849), y el tratado con Francia denominado Arana-Lepredour (31/08/1850) ratificaron la política exterior soberana mantenida por Rosas reconociéndose nuestra jurisdicción sobre la navegabilidad de los ríos interiores con el retiro de las fuerzas enemigas y el saludo al pabellón nacional con 21 cañonazos.
Coraje y convicción para defender la soberanía
La Vuelta de Obligado, el coraje y la convicción en defensa de nuestra soberanía le valió a Rosas el legado del sable de la campaña libertadora de nuestro prócer máximo José Francisco de San Martín.
La Vuelta de Obligado fue una derrota en el campo militar, pues los invasores lograron pasar, cortar las cadenas y desembarcar con fuerzas muy superiores pues los barcos de guerra iban acompañados por barcos mercantes que pretendían abrir el comercio hacia el litoral argentino y el Paraguay. Nuevos ataques en San Lorenzo y Tonelero obligaron al regreso de la flota sin cumplir el objetivo mercantil.
La desproporción de recursos no invalidó un acto de coraje, la hegemonía de dos potencias no redujo la valentía y la defensa irrestricta de la soberanía impuso finalmente una victoria diplomática. Norberto Galasso sostiene que esta invasión anglofrancesa el interés de las potencias extranjeras “para evitar que la Banda Oriental se constituyera, tal como quería Artigas, en una provincia de la Confederación para tomar el control de los dos puertos (Buenos Aires y Montevideo).
Pacho O´Donnell pone en contexto el pretexto de Francia e Inglaterra para ejecutar una invasión en el Río de la Plata con el objeto de terminar con las trabas al libre comercio mediante el uso de las medidas aduaneras que protegían a los productos nacionales y la autonomía de un Banco Nacional que escapaba al dominio de los capitales extranjeros.
La estrategia de las potencias extranjeras era dividir la Confederación en una República de la Mesopotamia con la independencia de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, lograr como había hecho Gran Bretaña y Brasil la independencia de la República de Uruguay la libre navegabilidad del río Paraná para llegar al Paraguay con el objeto de lograr el abastecimiento de un producto estratégico como el algodón para abastecer a su industria textil.
Recordar la Vuelta de Obligado es reconocer el coraje y la valentía de hombres y mujeres en defensa de nuestra patria, pues se perdió la batalla y se ganó la guerra diplomática. Las bajas patriotas fueron 650, con 250 muertos, con 28 muertos de la flota extranjera y cerca de 100 heridos.
La disparidad de fuerzas era evidente. Los modernos vapores de guerra disponían de 100 cañones contra un tercio de nuestras fuerzas que con más de 2000 hombres dejaron su vida en defensa de nuestra soberanía. Reivindicar a los valientes héroes
Hoy, en un momento aciago de nuestra patria, en donde la apertura irrestricta de mercados, la destrucción de la industria nacional, de las Pymes y de las economías regionales destruye vida y hogares de argentinos desesperados y desesperanzados debemos reivindicar aquellos valientes héroes de nuestra Nación. Feliz día de la soberanía nacional a 173 años de aquella gesta heroica.