En una oportunidad, una mujer me contó: “Alejandra, yo era una mujer que disfrutaba salir con amigas, viajar, pero de pronto mi hija empezó a trabajar, y tuve que quedarme a cuidar a mis nietos. Los chicos son hermosos, y los amo, pero estoy perdiendo calidad de vida. Ya no hago lo que me gusta, no estoy feliz”.
Todos alguna vez nos sentimos culpables por cortar esa soga que nos ata a algo o a alguien. ¿Por qué no podemos defender lo nuestro? Porque en definitiva, si esta mujer le decía a su hija que no podía cuidar a sus nietos toda la semana, solo estaría defendiendo lo que a ella la hacía verdaderamente feliz. Veamos dos motivos por los que nos cuesta cortar la soga:
1. Porque creemos que si defendemos lo nuestro nos vamos a trasformar en malas personas. Pensamos que si defendemos el dinero que nos ganamos, si defendemos nuestro territorio o si defendemos nuestras ideas vamos a parecer malas. Cuando no defendemos nuestros pensamientos o nuestro territorio empezamos a morir. Pero morimos a las cosas correctas, a lo bueno para nuestra vida, no a las incorrectas, a las que nos hacen mal, a las que nos dañan. A veces, por no defender lo nuestro vamos dejando de lado cosas que nos hacían bien, que nos gustaban, que nos daban vida.
2. Porque “hiperfuncionamos”, es decir, funcionamos de más. ¿Qué implica “hiperfuncionar”? Hacer lo que otros podrían hacer por sí mismos. Cuando hacemos lo que otro podría hacer no solo dejamos de funcionar bien nosotras, porque nos sobrecargamos, sino que el otro tampoco funciona, porque se atrofia. Por ejemplo, cuando a tu pareja no le permitís hacer lo que tiene que hacer, vos te sobrecargás y él queda atrofiado. Lo mismo ocurre con tus hijos: si hacés vos lo que deberían hacer ellos —cocinar, lavar, ordenar—, entonces se atrofian. Tus hijos necesitan crecer y asumir responsabilidades.
¿Estás haciendo algo que los demás deberían hacer? ¿Sentís que si no hacés todo, si no “hiperfuncionás”, si no controlás, te morís? Detrás de la necesidad de controlar se esconde un miedo. ¿Cuál es tu miedo? ¿Temés que te abandonen, que no te quieran, que no te acepten, que te roben? Descubrí tu miedo y trabajá en él, pero cortá la soga, dejá que los demás se hagan cargo de sus cosas.
¿Qué es lo más valioso para vos? Eso es lo que debés defender a capa y espada. Resistí y no te dejes engañar, porque lo que es importante para vos vale más que cualquier otra cosa. Tenés que saber quién sos, lo que querés, hacia dónde vas en la vida. Tal vez creas que no podés defender tu terreno porque sos débil y el otro tiene más poder que vos. Recordá que nunca vas a saber el poder que tenés hasta que empieces a defender algo que es tuyo. ¡Defendé lo que tenés, porque te lo has ganado!