A cada una de nosotras nos asignaron un rol dentro de la familia. Vamos a ser la hija mayor, la del medio, la menor, la más mimada, la preferida, la rebelde. Llenamos un lugar que está vacante en la familia, un sitio que está reservado para el hijo/a que nazca en ese momento.
A los roles familiares se le van a superponer los roles sociales. Y tratando de cumplir los roles familiares y sociales, vamos a intentar construir nuestra personalidad.
Analicemos algunos roles que suelen ser asignados a las mujeres: La oveja negra: Es la que siempre vive contrariando las convicciones familiares o sociales. Es la típica hija a la que hay que explicarle las cosas dos o tres veces para que las acepte.
La exitosa: Deja de lado sus sentimientos, los pone “entre paréntesis”, y hace valer sus puntos de vista dentro de la familia. El padre le profesa mucha admiración, y la madre pone en ella muchas expectativas. Esto es común con las hijas mayores, y también con las del medio, pero sin exigirles tanto.
La nena eterna: La última en enterarse de los problemas familiares es ella. Nadie quiere lastimarla, nadie quiere darle un dolor de cabeza. Si pasa algo importante en la familia, todos dicen: “a ella no le cuentes nada...”
La buena: Es la que hace lo posible por satisfacer las expectativas de los adultos de la familia. Ante un conflicto, ella siempre está tratando de conciliar. Si hay un problema entre hermanos, trata de que dejen de pelear o de encontrar una solución. Si hay una crisis entre los padres, se pondrá en el medio para que no haya una explosión, para que todo se solucione. Cumple con todos menos con ella misma, y constantemente va renunciando a sus propios deseos por complacer a los demás y evitar las peleas.
Ahora bien, ¿estás conforme con el rol que hoy tenés? Si vas a trabajar para cambiar ese rol que te asignaron, necesitás comprender que habrá cosas que perderás y otras que ganarás. Quizás te cueste correrte de tu rol porque no querés perder algún beneficio, por ejemplo, ser la que se entera de todo, la primera en ser consultada, la que aporta las soluciones. O tal vez no deseás dejar de ser la nena eterna, entonces prefieres que no te cuenten nada. Te gustaría que los demás tengan en cuenta tu opinión, pero a la vez te gusta permanecer lejos de los problemas, por lo que decidís dejarlo así.
Cuando intentas abandonar el rol impuesto enseguida viene la culpa. Probablemente por años hayas desempeñado ese rol y las personas se han acostumbrado a él y hoy no quieren que cambies dicho lugar. Si lo haces, todo el sistema familiar se modifica. Pero si no estás conforme con tu rol, siempre hay tiempo para cambiar.
Lo ideal es poder jugar varios roles dentro de la familia, ser abierta. No se pueden poner todas las energías en desempeñar un único rol, porque eso nos agotará e impedirá que podamos desarrollar todo nuestro potencial. Hay roles que nos gustan más que otros. Debemos aprender a diversificarnos, a ocupar varios lugares en la vida. Desarrollemos todas nuestras capacidades y crezcamos día a día siendo felices y sintiéndonos plenas con el rol que hemos decidido llevar.