Muchas mujeres viven sintiendo vergüenza. Si bien estamos frente a una emoción común, que todos experimentamos en alguna ocasión, es importante liberarnos de ella para que no nos detenga en el logro de nuestras metas y objetivos. Una de las áreas donde más influencia negativa tiene es en las relaciones interpersonales.
Para ser capaces de hacer algo al respecto, haríamos bien en preguntarnos lo siguiente:
-¿Qué cosas me dan vergüenza? -¿Siento vergüenza por mi cuerpo? -¿Siento vergüenza por mi edad? -¿Siento vergüenza por la persona que está a mi lado? -¿Siento vergüenza por mis hijos y su comportamiento? -¿Me avergüenza mi pasado? Si esta es tu forma de vida, necesitás determinarte a desafiar la vergüenza y todo lo que ella te ha robado hasta el día de hoy. Por ejemplo, si te avergüenza no tener la secundaria terminada, hacé todo lo posible para retomar los estudios y obtener el título. Cuando dejamos que las situaciones a las que hemos llegado, por uno u otro motivo, nos llenen de esta emoción tan dañina, y no nos movemos para cambiarlas, corremos el riesgo de pasarnos toda la vida “avergonzadas”. Como resultado, sentimos que somos “mujeres invisibles”, a las que nadie ve ni reconoce. La vergüenza nos esclaviza y nos mantiene encerradas, aisladas, calladas, debilitadas, limitadas, sin permitirnos tener sueños propios e ir detrás de ellos. La buena noticia es que todos, tanto mujeres como varones, nacimos para disfrutar de libertad y convertirnos en personas plenas y felices. Si, por vergüenza, te has perdido en la mirada de los demás (lo cual te volvió alguien invisible), y te preocupa mucho lo que piensen u opinen de vos, te invito a comenzar hoy mismo a tenerte en cuenta vos misma, a conocerte y a valorarte. La vergüenza siempre te mantendrá estancada y opacada. ¡Es tiempo de que te decidas a brillar!