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Miércoles, 31 de julio de 2013

Alerta por los niños desnutridos en Guatemala

Activistas rescatan adolescentes que viven en las montañas y no llegan a pesar 8 kilogramos. La crisis alimentaria, las sequías y el desempleo agravan la mortalidad infantil

Carlos Vargas preside la Fundación Esperanza de Vida, que junto a otras organizaciones y el gobierno de Guatemala se encarga de rescatar niños con desnutrición aguda de las montañas de Zacapa, Chiquimula e Izabal.

Según la cadena BBC, esta región oriental del país pertenece al llamado “corredor seco”, nombrado así porque desde hace varios años padece una intensa sequía que arruinó la agricultura. Incluso el gobierno de Guatemala considera la zona en estado de emergencia, ya que allí se concentra la mayoría de los casos de desnutrición infantil aguda y crónica.

“Los llamamos rescates extremos porque los niños están en condiciones finales. El mes pasado bajé a una niña de 15 años que pesaba 8,6 kilos y a otra de 14 que sólo pesaba 6,8 kilogramos”, explicó Vargas. “La semana pasada se me murieron dos; bajé a una niña de dos meses que no pesaba ni un kilo, pero se me murió. Llegué tarde... Hay ocasiones en que llegamos tarde”, admitió.

Los activistas afirman que cada vez que suben a las montañas del corredor seco, encuentran “muchos, muchos niños” desnutridos. Recientemente encontraron en una comunidad de Chiquimula a dos adolescentes que pesaban menos de siete kilos, recuerda Vargas.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la crisis alimentaria de Guatemala se prolonga desde 2008 y se intensificó desde 2010.

En el inicio del gobierno del presidente Otto Pérez Molina, en 2011, la tasa de mortalidad infantil por desnutrición aguda era de 22 por cada 1.000 niños. En los 166 municipios considerados más críticos, había sólo 38 médicos y ninguna enfermera, advirtió Luis Enrique Monterroso, secretario de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan) de Guatemala.

En la actualidad, la situación parece distinta, según el funcionario. La tasa de mortalidad se redujo a la mitad; la medición más reciente indica un índice de fallecimientos de 7,4 niños por cada mil. “La intención es que se reduzca más, la aspiración es que no mueran niños en este país por hambre”, explica.

Monterroso asegura que estos datos son resultado de la estrategia gubernamental llamada Hambre Cero, pero también a que el problema es una prioridad no sólo de las autoridades, sino de organizaciones civiles y otros sectores sociales.

Pero todo esto es insuficiente porque la crisis alimentaria todavía no puede superarse. La sequía por cambio climático, así como el incremento internacional en el precio de los granos, hacen que siga siendo difícil la asistencia a las familias con hambre.

“Estamos en un momento icónico”, expresa Monterroso al sostener que algunos sectores de la sociedad que se habían alejado del problema empiezan a participar en su solución. Pero al mismo tiempo reconoce que la crisis alimentaria no cesa. “El país sufre hambre estacional de manera recurrente”, insiste, debido al desempleo y plagas en las cosechas.

El Gobierno mantiene vigilancia especial sobre 58.800 hogares, especialmente en los departamentos del corredor seco. De estos ha seleccionado a 6.400 niños que se encuentran en situación difícil y a quienes se vigila permanentemente por su estado de salud.

Pero Monterroso afirma que salir de la emergencia no será fácil, ya que la experiencia internacional indica que los primeros resultados definitivos se obtienen después de varios años, incluso décadas, como sucedió en Brasil y México.

Mientras, el problema de los niños y adolescentes con poco peso seguirá. Todavía hay muchos en las montañas y comunidades rurales del corredor seco, insiste el presidente de la Fundación Esperanza de Vida. “Este año hemos rescatado a 520, pero creemos que puede haber mil más en las montañas”, aseguró Vargas. “Esta es la peor emergencia que ha vivido Guatemala”.