Sábado, 7 de Septiembre de 2024
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Por Cristian Muriel
Jueves, 11 de julio de 2024
Paciencia
¿Los argentinos y argentinas le tienen más paciencia a Milei que a Macri? ¿Están anestesiados frente a los tarifazos, la inflación y los ajustes? Los datos dicen lo contrario.

En 2015 Macri asumió con 63% de aprobación, según el “informe de humor social” del Grupo de Opinión Pública (GOP). En abril de 2016 su imagen había caído a 51%, pero en mayo remontó hasta 54%. En ese momento sólo el 29% de la población tenía expectativas negativas de cara a 2017.

En enero de 2024 Milei tenía 63% de aprobación. Según Analogías, luego de un semestre cayó a 47,9%. El 45% de la población cree que las cosas van a empeorar y el 54,4% asegura que el ajuste lo están pagando los trabajadores y jubilados.

Venimos diciendo que la sociedad que votó a Cristina, a Macri y a Alberto es la misma que votó a Milei y la misma que votará a quien lo suceda. El cambio es permanente, pero la sociedad no cambió tanto en nueve años como para haberse vuelto loca. Por cierto, en 2015 Macri ganó el balotaje con el 51.34% con una participación del 80.77% del electorado. En 2023 Milei ganó con el 55.65% con una participación del 76.31% del padrón.

En términos de imagen pública, los primeros seis meses de Milei terminan siendo mucho peores que los de Macri. La pesada herencia explica una parte. La mala gestión y la locura, el resto. Veamos unos números más.

Cristina entregó el gobierno en 2015 con el salario en dólares más alto de Latinoamérica (US$ 742,30 si se pondera según la Paridad por Poder Adquisitivo) y una inflación anual -medida por CABA- de 24%. A este colchón de la clase trabajadora se le sumó “un nivel de endeudamiento muy bajo con el sector privado, de apenas 26% del PBI”, según Nicolás Dujovne, exministro de Hacienda de Macri. Había anticuerpos para bancarse el ajuste que se venía, que Macri llamó “gradualismo”. Aún así, la chocó y no fue reelecto.

Milei arrancó su gobierno refundando la República motosierra y licuadora en mano. Pese a afirmar que “el Peso es excremento”, en lo que va del año duplicó la base monetaria. Al tipo de cambio blue -que es el que usa Bloomberg- el salario mínimo en julio es de US$ 162 -el más bajo del continente exceptuando a Venezuela, y 4,5 veces menor que el que dejó Cristina-; la inflación acumulada entre enero y mayo fue de 71,9% (este viernes se conocerá el dato del total del semestre) producto de una recesión que también está destruyendo a la industria y las pymes. La deuda pública en el primer trimestre de 2024 alcanzaba casi el 60% del PBI.

Milei empujó a millones de argentinos y argentinas por la ventana de un décimo piso, pero abajo no había colchón. La devaluación, los aumentos y los tarifazos hicieron estragos en el bolsillo de los trabajadores. El consenso mediático, incluso en comunicadores Nac&Pop, es que Milei sigue gozando de altos niveles de popularidad. Los números los desmienten. En todo caso, la simpatía por el loco, la compasión hacia esa especie de hijo idiota de la patria, se agotan a toda velocidad.

Tampoco la clase política se lo banca. En la alborada del 9 de Julio, cuando se firmó el Pacto de Mayo, Milei ordenó que todos los gobernadores fueran vestidos de negro, pero Karina Milei, secretaria general de la presidencia, funcionaria de segunda línea, apareció con un vestido rojo y firmó el acuerdo como si fuera gobernadora. Putearon todos, un poco contrariados: siempre supieron que no estaban tratando con gente normal. Hasta a Macri lo destrataron y lo dejaron cagándose de frío en la peatonal de Tucumán.

Los presidentes del mundo también lo detestan. Habrá quien diga que la premier italiana Giorgia Meloni lo tiene en un pedestal pero eso no resiste el menor análisis. La foto después del G7 no es lo que parece. Como explica el periodista argentino radicado en Roma Lisandro Sabanés, “ni Milei ni Argentina son relevantes en la agenda pública italiana. Meloni asumió el rol de calmar a los irracionales. Juega a ser la racional de los irracionales y convertirse en la líder de Europa”. Si hubiera habido algún tipo de magia, el libertario habría traído un modesto acuerdo comercial con Italia.

Después vino la reunión con Bolsonaro, arrinconado por la Justicia brasileña, entre risotadas por las erecciones del expresidente, su misoginia y su homofobia. Plantó a sus pares del Mercosur, se burló del intento de golpe en Bolivia, destruyó la relación diplomática con España y está a un paso de hacerlo con Brasil. Su deporte favorito es la destrucción.

Milei es un tilingo peligroso. Él y su hermana son sociópatas sin remordimientos, indiferentes al sufrimiento ajeno. No sienten culpa. Abrigan una especie de maldad absoluta, pura, amoral, de león. Hacen mierda todo lo que tocan. Y como la gente ya lo sabe, los números no lo acompañan. Entretanto Caputo y Sturzenegger, la casta que no es casta, hace caja como puede.


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