Desde que Javier Milei asumió la presidencia de Argentina, hace 500 días, su gestión ha dejado un rastro de destrucción económica, social y productiva. Los datos oficiales, provenientes de fuentes como el INDEC, el BCRA y diversos ministerios, pintan un panorama desolador: caída del PBI, desindustrialización, aumento de la pobreza y un deterioro generalizado en la calidad de vida de los argentinos.
Economía en picada
El Producto Bruto Interno (PBI) ha retrocedido desde los 714.464 millones de pesos (base 2004) al inicio del gobierno hasta los 702.181 millones, evidenciando una contracción que se refleja en todos los sectores. La producción industrial manufacturera cayó un 14,2%, y la utilización de la capacidad instalada en la industria se redujo del 66,4% al 58,6%. Esto no solo significa menos producción, sino también menos empleo y menos inversión.
La formación bruta de capital fijo, clave para el crecimiento futuro, pasó del 18,6% al 15,8% del PIB, lo que indica una alarmante falta de confianza en la economía. Las importaciones de bienes de capital productivo, esenciales para modernizar la industria, cayeron de 8.629 a 7.526 millones de dólares, agravando el estancamiento tecnológico.
Desempleo y precarización laboral
El mercado laboral no escapa a la debacle. Las empresas que declararon trabajadores disminuyeron de 512.357 a 499.371, y el número de trabajadores asalariados registrados en el sector privado se redujo en más de 100.000 puestos. La suma de desocupados y ocupados demandantes de empleo aumentó del 21,2% al 23%, lo que se traduce en más familias sin ingresos estables.
Inflación y pérdida del poder adquisitivo
Uno de los peores legados de este gobierno es la inflación acumulada del 296,6%, que ha pulverizado el salario real. El precio de la nafta super en YPF se disparó de 311 a 1.194 pesos, y el costo de los medicamentos más consumidos por adultos mayores se incrementó un 158,1%.
El impacto en la vida cotidiana es brutal:
Un salario mínimo hoy compra apenas 696 boletos de colectivo (contra 2.757 al inicio del gobierno). Una jubilación mínima ya no alcanza para cubrir una canasta básica (pasó de 1,24 a 0,98 canastas). El consumo de leche per cápita cayó de 192,8 a 171 litros anuales, y el de carne bovina de 53,3 a 44,8 kg por persona.
Sector productivo en crisis
La construcción, termómetro de la actividad económica, se derrumbó un 20%. El consumo de cemento en el mercado interno se desplomó de 12,5 millones a 9,5 millones de toneladas anuales, reflejando la paralización de obras públicas y privadas.
La industria automotriz, otrora un orgullo nacional, produjo 104.144 vehículos menos que en el período anterior. El turismo también sufrió, con un índice que pasó de 100 a 83, afectando a una de las actividades que más empleo genera.
Deuda y fuga de capitales
La deuda pública bruta escaló de 370.664 a 473.557 millones de dólares, hipotecando el futuro del país. Mientras tanto, el tipo de cambio oficial se disparó de 391 a 1.114,8 pesos, reflejando la pérdida de valor de la moneda y la fuga de capitales.
Perspectivas a futuro: más ajuste, más pobreza
Con estos indicadores, las perspectivas son desalentadoras. El gobierno insiste en políticas de ajuste que solo profundizan la recesión, mientras la población sufre el desmantelamiento del Estado y la falta de políticas sociales. La combinación de inflación galopante, desindustrialización y desempleo augura un futuro aún más oscuro.
Conclusión: Un país en retroceso
Los 500 días de Milei han sido 500 días perdidos para Argentina. Lejos de "liberar las fuerzas productivas", como prometió, su gestión ha acelerado la destrucción del aparato industrial, el empobrecimiento masivo y la concentración de riqueza. Los datos no mienten: este es el peor gobierno en décadas, y si no hay un cambio de rumbo urgente, el colapso será inevitable.
Fuentes: INDEC, BCRA, MECON, Ministerio de Capital Humano, CAME, Bolsa de Comercio de Rosario, IJEP-UBA, entre otros.