Atesorando la esperanza de que se aclaren las circunstancias del atentado sufrido por el periodista chaqueño, nos preguntamos si se trata de un hecho delictuoso común o puede catalogárselo como un ataque a la prensa.
He sostenido en reiteradas oportunidades que el oficialismo en todos sus niveles tiene la especial característica de llevar adelante una profusa y muy inteligente acción de prensa cuya estrategia es imponer una imagen de progresismo que dista mucho de la realidad de su esencia.
Así ocurre en la temática de los derechos humanos, del respeto a la oposición y, por supuesto la libertad de prensa.
La estrategia siempre es ofrecer un rostro que pretende embanderarse en temas indiscutibles y que forman parte no solo de la base misma de la democracia, sino también del sentir propio del Pueblo Argentino de fines del siglo pasado y hasta nuestros días: quién se opondría a acompañar los perennes reclamos de madres y abuelas de Plaza de Mayo? Pero detrás de ello se esconden turbios negocios que ya han merecido las correspondientes denuncias que se encuentran siendo investigadas por la Justicia. El Kichnerismo habla de derechos humanos y designa un Comandante en Jefe de Fuerzas Armadas, severamente cuestionado por su pasado reñido con esos principios.
Lo mismo ocurre con la famosa ley de medios que se enmascara en la libertad de expresión y la igualdad de posibilidades de información pero que desde el Gobierno en realidad ha sido simplemente utilizada para esconder su verdadera intención que no es otra que usarla como un arma en la guerra que libra contra los multimedios que no le son afines y nos coloca a todos los demás que somos el Pueblo Argentino, como observadores de una bochornosa situación que lleva a ribetes obscenos como lo que han hecho con los descendientes adoptivos de Noble. Al Kichnerismo no le importa nada ni tiene límite alguno. Si alguien cree que le interesa la ecuanimidad informativa, que nos digan cuántos millones se gastan en los “deportes para todos”, sea automovilismo, fútbol o boxeo que aseguran un picadero de mentes durante horas y horas de publicidad oficial que pagamos todos y que está muy distante del deber constitucional de informar.
A nivel local, sabemos la presión que se ejerce sobre los medios y las injusticias que sufren respecto de la distribución de la pauta. Por ello nos preguntamos, qué hubo detrás del incendio del vehículo de Zarco? En oportunidades he coincidido con la opinión del periodista. Pero, la mayoría de las veces, no. Sin embargo, nadie puede dudar que se trata de una voz autorizada y valiente. La Prensa no debe ser amiga o enemiga, debe tener independencia para poder aportar a la construcción de la democracia y para que los políticos tengamos esa fiscalización que nos obligue a no apartarnos de los principios republicanos que deben regir nuestros actos.
Nunca se aclaró la desaparición de Julio López, nunca se aclararon las pintadas nazis en Resistencia. Se sabrá quién o quiénes atentaron contra Darío Zarco?