La calidad de la educación se mide por los resultados del rendimiento escolar que se evalúa a través de pruebas objetivas que permiten comparar diferentes enfoques de los procesos de enseñanza y aprendizaje como por ejemplo el programa PISA. Sin emb
En las últimas evaluaciones internacionales se han analizado diversas situaciones de los alumnos en las escuelas, entre ellas si son felices. La argentina ocupa el penúltimo lugar entre 63 países. Independientemente del informe PISA, sabemos como padres y educadores que nuestros alumnos no se sienten interesados ni motivados por la escuela. Reflexionar sobre esto, preocuparnos y ocuparnos, es una responsabilidad de todos. Si consideramos a la educación como el resultado de un proceso de la persona tendiente a forjar su carácter según determinados fines culturales, sabemos que quien se educa necesita de su comunidad, de padres, tutores, familias y educadores que lo ayuden a desarrollar sus aptitudes y capacidades. El educando necesita, como lo dijera el filósofo español Muñoz Alonso “…la colaboración para su desarrollo intelectual y moral con el fin de formar hombres y mujeres con personalidad, responsables ante sí mismos y ante los demás…”. La escuela es la caja de resonancia de la sociedad y ante esta sociedad caótica, fragmentada, vulnerable en tantos aspectos, sin políticas de estado que nos den seguridad, no es posible ni justo interpelar a las instituciones educativas, ya que en el estado anímico de los alumnos seguramente incide la situación de crisis económica que vive la sociedad y el desaliento de sus padres como consecuencia de esta crisis que afecta directamente a cada uno de los miembros de sus familias. Los niños, jóvenes y adultos que asisten a establecimientos educativos de nuestra provincia requieren propuestas que los preparen para el mundo del trabajo, que los orienten y capaciten para cursar estudios superiores, que les permitan tener una formación profesional en artes y oficios o que les den formación técnica; en síntesis, que los ayuden a proyectar su futuro después de la escuela, eso es política educativa seria y claramente definida. En la última década se ha puesto énfasis en la inclusión, en la contención y en la retención de los alumnos en el sistema y se ha dejado de lado la calidad educativa, la formación con esfuerzo, la superación personal, el compromiso de los jóvenes con sus propios proyectos de vida y con la comunidad donde viven. Deberá la escuela argentina recuperar la alegría de los alumnos, pero necesariamente la política educativa deberá fijarse otros objetivos y recuperar, aún a riesgo de ser repetitivo, la calidad de la educación. Mientras tanto, los alumnos no se sienten atraídos por la escuela.
(*) Magíster en Educación con Orientación en Gestión Educativa. Ex ministro de Educación de la provincia Vicepresidente 2° Cámara de Diputados del Chaco